Los asaltos en el transporte público de municipios mexiquenses conurbados a la Ciudad de México parecen estar convirtiéndose en un asunto imposible de resolver para la autoridad sin importar su origen político.
En los últimos cinco años las noticias de atracos a usuarios han sido frecuentes. Incluso las cámaras colocadas dentro de algunas unidades han servido poco para desalentar a los delincuentes y más para viralizar la impotencia de los pasajeros ante el despojo cotidiano.
De enero a septiembre de este año el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró 4 mil 966 denuncias de robos con violencia en unidades de transporte público en el Estado de México, un promedio de 18 al día.
Los diversos operativos que se han puesto en marcha en los municipios no han erradicado los asaltos, donde los usuarios no son las únicas víctimas. Los conductores de unidades también son la otra cara en estos delitos. Ellos mencionan que los pasajeros muchas veces los señalan por presuntamente tener vínculos con los delincuentes, pero en el último mes al menos dos choferes han sido baleados durante los atracos. Junto con los usuarios, son los que ven de frente a la delincuencia y los más indicados para cuestionar las estrategias antiasaltos.
En principio, aseguran que los retenes que colocan para combatir los asaltos se ubican en zonas en las que no funcionan. Los conductores tienen identificados los tramos de mayor riesgo.
La autoridad está enfocándose en revisiones de unidades en las vialidades y colonias donde se registra el mayor número de ese tipo de delitos. Se colocan en puntos fijos y aleatorios.
Se trata de una estrategia que luce insuficiente en cuanto a los resultados. A ella tendrían que sumarse otras. ¿Cuál es la capacidad de respuesta, por ejemplo, en el momento en que se comete un asalto? ¿Existe un número telefónico especial en el que las víctimas puedan denunciar de inmediato y así los agentes policiacos logren la captura de los ladrones? ¿Hay facilidades para que las denuncias sean expeditas y no una carga más que las víctimas prefieran omitir?
En este ilícito el modus operandi, las horas y las rutas están identificadas. A pesar de ello las distintas autoridades lucen impotentes, mientras la ciudadanía todos los días pone en riesgo su vida.