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Aunque la atención que brindan no es la mejor y que abundan las quejas contra ellos por parte de quienes han estado internos ahí, el cierre de alrededor de 1,800 centros irregulares de rehabilitación contra adicciones pondría en jaque a la red de establecimientos administrados por el Estado, toda vez que éste manifiesta incapacidad para atender a toda la población que se encuentra en esa situación.
La advertencia ha sido hecha desde la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), organismo que señala que no se contaría con la infraestructura, los suministros ni el personal suficiente para recibir a los miles de adictos que hoy encuentran atención en lugares que no están regulados o carecen de registro. Mal que bien han encontrado cómo satisfacer esa necesidad social aun cuando no sea con la mejor de las atenciones ni el mejor de los resultados.
Los centros, también conocidos como anexos o “granjas” (éstas porque en su origen eran sitios de internamiento a las afueras de las ciudades en donde las labores del campo y el trabajo rudo se consideraba que podían purificar por sí solos hasta al interno más reacio), brindan un servicio muy alejado del que se ofrece en las onerosas “clínicas de rehabilitación” para adictos con sólida capacidad económica, que son más parecidas a un resort o a un hotel.
En cambio, en el extremo opuesto se encuentran centros de rehabilitación clandestinos que se conocen como “fuera de serie” a los que van a parar los indigentes y que se caracterizan por malos tratos, castigos que rayan en la tortura, humillaciones y comida en el peor estado posible, en parte porque se prepara con alimentos de desecho provenientes de lo que no se vendió en supermercados o restaurantes. Lo más preocupante de estos sitios es que muchos de quienes han pasado por ahí refieren haber sido víctimas de abuso sexual. Por eso, en su gran parte los exinternos prefieren regresar a pernoctar a las calles. Aun cuando en el centro tenían techo y alimento seguro, quienes ahí han estado aseguran haber salido peor de como entraron y con sus adicciones acentuadas o con daño mental o secuelas psicológicas a veces irreversibles. Jamás hubo rehabilitación para ellos.
El llamado de alerta hecho por la Conadic choca contra las campañas estatales en las que si bien se exhorta a la prevención y acercarse a las instancias gubernamentales para recibir orientación y ayuda, cuando se trata de adictos el Estado en ese sentido está rebasado y carece de los medios necesarios para combatir las adicciones y ayudar a sus víctimas, mientras está enfocado en atacar a quienes las promueven y sacan beneficios millonarios de ellas.