Por abusos cometidos en el cargo, el exgobernador de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda, se suma a la lista de gobernadores priistas que han terminado siendo señalados ante la ley o finalmente llamados a cuentas y terminado en prisión.
Tan sólo del sexenio anterior del presidente Enrique Peña Nieto, son ya 10 los gobernadores de su gestión vinculados a actos de corrupción. De aquella célebre foto tomada en Palacio Nacional al asumir el mandato, imagen que para algunos tiene ya connotación de maldición al ir cayendo uno a uno quienes ahí aparecen, es ahora Sandoval el más reciente en unirse a la fatídica lista de la corrupción a nivel gubernatura.
De la gestión peñista, se señala a los exgobernadores Javier Duarte, de Veracruz (actualmente preso en la Ciudad de México); Rodrigo Medina, de Nuevo León (de paso fugaz por la cárcel); Andrés Granier, de Tabasco (actualmente libre tras cierta estancia en reclusión); Roberto Borge, de Quintana Roo (actualmente preso); Fausto Vallejo, de Michoacán (sólo investigado); César Duarte, de Chihuahua (detenido en Estados Unidos); Mario Anguiano, de Colima (obligado a restituir dinero público); Rubén Moreira, de Coahuila (señalado de proteger a su hermano Humberto, que también fue gobernador del estado); y Egidio Torre, de Tamaulipas (bajo investigación).
En el caso del nayarita, le fue girada orden de aprehensión en su contra por los delitos de peculado y ejercicio indebido de funciones, y por quien se emitió alerta a la Guardia Nacional, la Fiscalía General de las República (FGR) e incluso la Interpol, por si el exmandatario estatal consiguiera salir del país. Incluso se le dio el estatus de “objetivo prioritario” para la fiscalía, lo que indica el nivel de importancia que tiene su captura para el gobierno actual y cuya situación legal podría agravarse de no presentarse voluntariamente ante la justicia y, por el contrario, intentar huir del país.
No cabe duda que el estar investido con el nivel de poder del que puede disponer un gobernador puede llegar a hacer perder contacto con la realidad de sus gobernados, los mismos que lo llevaron a esa posición, y buscar de una u otra forma servirse del cargo antes que servir, contraviniendo el fin del mandato otorgado. En su camino, deben sortear tanto el hacer uso indebido de los recursos económicos puestos bajo su supervisión, como abstenerse de usar el cargo para obtener beneficios personales o para su familia, y finalmente, desoír los intentos del crimen organizado para comprar su silencio o su complicidad. ¿Tan difícil es ser honesto?