Ni siquiera ha terminado la 64 Legislatura —está a poco más de un mes de hacerlo— y la mitad de las 46 comisiones ordinarias de la Cámara de Diputados ya están haciendo cierre de labores, mientras que los diputados siguen recibiendo su sueldo y otros pagos compensatorios, sin importar que en algunas se están dejando asuntos pendientes.
Proporcional a su presencia en el Congreso, a Morena le corresponde más de la mitad del cierre anticipado de las comisiones que preside, seguida más atrás por tres del PAN y otras tres de Movimiento Ciudadano, aunque la primera en hacerlo fue la de Asuntos de la Frontera Norte que corresponde el PRI, partido que además de ésta, cerró también otra más, la de Economía.
Con solo un cierre prematuro de comisión quedaron también el Partido del Trabajo y el de Encuentro Social (PES).
Comisiones que atienden asuntos tan importantes como la de Justicia, de Economía, de Educación, de Derechos Humanos o la de Protección Civil y Prevención de Desastres, ya entregaron sus informes finales de labores, la primera de éstas justo hace un mes.
Con costos con cargo al erario, una comisión de esta legislatura puede demandar presupuestos que van desde poco más de 247 mil pesos o hasta más de medio millón de pesos, que en su mayor parte corresponden a gastos de nómina dependiendo del número de enlaces, asistentes y secretarios que la dimensión de la encomienda requiera.
Terminar labores antes de su clausura formal es sin duda un fraude y un desfalco a la nación, en especial en momentos en que diversos problemas aquejan al país y a sus habitantes, y que demandan no un cierre anticipado de labores sino, por el contrario, esfuerzos extra por parte de los legisladores, analizando, proponiendo y debatiendo las mejores opciones para aplicar en bien de la nación.
Es sin duda lamentable y preocupante que viejas prácticas burocráticas se sigan reproduciendo incluso a altos niveles de la estructura gubernamental, y que sigan siendo los ciudadanos los que se vean afectados al tener que esperar que haya alguien disponible para atender y resolver asuntos que a veces no entienden de tiempos, plazos, horarios o calendarios. Sin embargo, la cultura de bajar la cortina o cerrar la ventanilla antes de la hora de salida sigue siendo un dolor de cabeza para los mexicanos que no puede ser erradicado, por más que se reitere que los que están al frente del país, “ya no son como antes”.