La impotencia y el enojo de la sociedad ante una inseguridad desbordada en varias regiones del país se percibe principalmente por medio de movilizaciones, como las que con frecuencia realizan miles de mujeres para exigir un alto a la violencia de género. O en las manifestaciones que llevan a cabo periodistas en distintas ciudades del país para demandar condiciones de seguridad en el ejercicio de su tarea y para que los crímenes contra compañeros del gremio no queden impunes.
En la era del internet y de redes sociales, estas ventanas se están convirtiendo ahora en foro para mostrar el desamparo por el que atraviesa la población cuando vive en carne propia el dolor de la violencia.
En Caborca, Sonora, quienes tienen a algún familiar desaparecido han recurrido a las redes sociales para apelar a los sentimientos que puedan aún quedar entre los miembros de grupos del crimen organizado, y solicitarles la liberación de sus seres queridos.
“Les imploro que terminen de averiguar lo que quieren saber y me lo regresen. Él no es la persona que buscan”.
“Por favor, por lo que más quieran, escuchen las súplicas de esta mujer triste y deshecha por todo esto”.
“Él es inocente, él estaba dormido, por favor. Él cuida a mis hijas cuando yo me voy a trabajar en la noche. Se los suplico, por favor”.
Ante la inacción de autoridades, en combinación con el miedo de que alguna denuncia ponga en peligro la vida de sus familiares, recurren a este tipo de mensajes —que han dado resultados en algunas ocasiones— como última esperanza para que su esposo, hermano o hija vuelvan al hogar
En sus líneas se comprometen a no acudir ante ninguna autoridad para pedir que se investigue o se aplique justicia, además de prometer olvidarse del tema una vez que les sea regresado su ser querido.
Muchas conclusiones se pueden obtener de esa situación. En primer lugar, que se perpetúan los abusos de criminales y la impunidad en la que se desenvuelven.
Al mismo tiempo es la confirmación del poder que las bandas delictivas han adquirido y que se ha visto antes con el tránsito en convoyes sin que alguna autoridad intervenga o con el acoso a las fuerzas del orden (policía, Guardia Nacional, Ejército o Marina).
Mientras, desde Palacio Nacional los enemigos reales parecen ser las instituciones autónomas, los periodistas, los partidos de oposición, entre varios sectores más.
Sí. La única opción para muchas mexicanas y mexicanos se ha convertido en rogarle al crimen.
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