Para México la situación en Afganistán es lejana geográficamente hablando, pero no por ello debe ignorarse. La llegada nuevamente al poder del régimen talibán coloca en una situación de desventaja y de peligro a las mujeres; por ese motivo, es correcto el anuncio del gobierno mexicano de ofrecerles refugio en nuestro país.
El anuncio de México de que aceptará peticiones de refugio de mujeres afganas, las que procesará a través de su embajada en Irán, les abre una puerta de esperanza hacia una vida en que les sea reconocida su condición de mujer y su derecho a desarrollarse plenamente a través del estudio, el trabajo, el arte o el deporte.
Seguramente habrá protestas por quienes consideren que antes que apoyar a extranjeras, se debe procurar mejorar las condiciones en las que viven las mujeres mexicanas, en especial las que habitan en zonas de alta marginación, pero la realidad de ser mujer en Afganistán es angustiante y desalentadora.
En cuando a una posible injerencia en asuntos fuera de la esfera de competencia de México, se debe aclarar que no se trata de una intromisión en la autodeterminación de un país, sino acudir al llamado de quienes ven amenazados sus derechos, lo que constituye una simple cuestión de humanidad.
La política de refugio, por cierto, es una práctica que ha venido a menos en este siglo en comparación con lo que prevaleció el siglo pasado, cuando la caída de regímenes y el ascenso de otros motivó un gran desplazamiento de personas.
En tanto, la lucha de las mujeres ha avanzado en el mundo para lograr una mayor equidad de género, el respeto a sus derechos, a la no violencia, incluso en el mismo Afganistán, pero con el regreso de los talibanes se da un retroceso en lo logrado, no solo en ese país, sino para todo el mundo democrático.
Las 29 restricciones que impone el Talibán a la mujer afgana están dirigidas fundamentalmente a invisibilizarlas o nulificarlas, confirmando que se trata de un régimen esencialmente misógino.
Y aunque los talibanes aseguran ser diferentes a los que estaban en el poder hace poco más de 20 años y han manifestado su intención de actuar de manera distinta con las mujeres, hay escepticismo tanto al interior como al exterior y hay visos de que han empezado a incumplir su promesa.
La puerta que México y algunas otras naciones están ahora abriendo para las mujeres afganas es un primer paso para darles un hálito de esperanza en medio de la desolación que ha traído el retorno del Talibán sobre Afganistán.