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En estos días el crimen ha aprovechado la situación de emergencia por el coronavirus y desde las redes sociales fomentan “saqueos” que no son más que robos.
No se trata de artículos básicos ni suministros de primera necesidad como alimentos, agua o incluso pañales, sino de mercancías destinadas a ser vendidas en el comercio informal, por lo que si se quiere dar con los responsables de estos atracos, es pertinente buscar en tianguis y mercados —o incluso en sitios de venta por internet—, productos que respondan a las marcas y características de los objetos sustraídos, para así no sólo dar con los autores materiales de las sustracciones, sino con los que organizan los ilícitos y con quienes los adquieren para revenderlos o los que se encargan de colocarlos en puntos de venta informal o incluso formal.
Quizá valdría la pena señalar que los saqueos se dan cuando la población en situación de emergencia y de extrema necesidad irrumpe en negocios para obtener artículos básicos para su subsistencia, pero apropiarse de pantallas, cigarros, bocinas y celulares es un robo.
Los organizadores de tales actos invocan supuestos derechos a tomar lo que el gobierno o el sistema económico les está negando, y pudieran ser los mismos que están detrás de otros actos vandálicos arropados en una supuesta defensa de derechos o de actos de rapiña a transportes de mercancías e incluso de robos a gran escala como el huachicoleo. Su método es el robo en desbandada, dado que como multitud, corriendo todos en diferentes direcciones, pueden inhibir casi cualquier intento por detenerlos.
De parte de las redes sociales, como Facebook, también hay responsabilidad por no frenar ese tipo de mensajes; es aquí cuando el algoritmo parece fallar en detectar actitudes relacionadas con la delincuencia, lo que resulta contradictorio pues, por ejemplo, inmediatamente se activan los bloqueos cuando se trata de imágenes del cuerpo humano, aun cuando se trate de estatuas o monumentos artísticos.
Pero también hay responsabilidad de la autoridad que, si bien ha estado atenta a inhibir con su presencia en los puntos a los que se ha convocado a saquear, cuando llega a efectuar detenciones, aplica para los infractores el tan lamentable método de la “puerta giratoria”, en el cual éstos son puestos casi de inmediato en libertad por falta de pruebas o porque los códigos penales califican como delitos menores o no graves a los saqueos.
En el fondo el problema no es otro más que la impunidad, los criminales cometen los delitos porque saben que es muy escasa la probabilidad de que sean capturados y, de serlo, quizá no sean procesados. Esta vez se requiere aplicar de manera estricta la ley a aquellos que abusan de la situación de emergencia .