Una de las apuestas económicas exitosas en el país es la apertura a la industria automovilística mundial. En pocos años logró consolidarse y construir a su alrededor una red de proveedores que fomenta economías regionales. El dinamismo se ha reflejado en la exportación de vehículos, así como en la venta de autos en el mercado interno, pero desde hace 28 meses el sector muestra desaceleración. Las cifras de ventas de unidades nuevas cada vez son menores.
Sobre este panorama nada halagador se suma la pretensión de la Cámara de Diputados de legalizar millones de vehículos extranjeros que entraron de contrabando. El pasado 17 de octubre introdujeron un artículo transitorio a la Ley de Ingresos en el que se establece que en un plazo máximo de ocho meses el Congreso hará adecuaciones legales para solucionar la problemática de los llamados autos chocolate que circulan en el país.
Una semana después, el Senado eliminó el artículo transitorio y regresó la Ley de Ingresos a la Cámara. Como en un juego de vencidas, la medida fue agregada una vez más por los diputados.
Quienes promueven la legalización aseguran que el gobierno obtendría una recaudación adicional por 50 mil millones de pesos, pero la industria responde que las ventas se deprimirían más, alrededor de 30% en tres años, para pasar de 1.3 millones de autos vendidos este año a 900 mil en 2021. También destacan que se dejarán de recaudar 55 mil millones de pesos por concepto de IVA, así como 12 mil millones de pesos que prevén recaudar este año por ISAN (Impuesto Sobre Autos Nuevos).
¿Está prohibido tener un vehículo extranjero? ¿Qué dice la normatividad en vigor al respecto? Cualquier persona puede introducir vehículos desde el extranjero siempre y cuando cumpla con el pago de los derechos de importación. Las únicas limitantes son: que haya sido ensamblado o fabricado en Estados Unidos o Canadá (por el acuerdo comercial firmado con esos países) y que no tenga una antigüedad mayor a ocho años, con el fin de que no ingresen al país vehículos chatarra cuyas emisiones contaminen el ambiente.
Durante años, la legalización de autos chocolate ha sido una y otra vez la bandera de políticos que buscan la creación de clientelas electorales.
Cualquier decisión que adopte el Congreso repercutirá en miles de personas y podría traducirse en pérdidas o ganancias de miles de millones de pesos. Valdría la pena que esta vez dominara el tema económico y quedara en segundo plano lo político.