Incertidumbre creciente expresada desde el exterior del país por el desaliento que se da a la inversión extranjera en México es lo que se está generando en el sector energético por parte de socios estadounidenses y europeos.
En esta ocasión, el llamado, el segundo del sector en lo que va de la semana, provino del Congreso de Estados Unidos, donde 43 de sus integrantes enviaron una carta al presidente Donald Trump, para externarle su preocupación sobre los cambios que en México se están haciendo en el ámbito de la energía, y que a parecer de los firmantes, son contrarios al espíritu del T-MEC al no garantizar la estabilidad o continuidad de los proyectos conjuntos.
Para los congresistas norteamericanos, las políticas adoptadas por México en materia energética constituyen un obstáculo para el acceso de las empresas estadounidenses, desalentando la inversión y cancelando el intercambio entre ambos países y la generación de empleos, así como poniendo en riesgo la infraestructura ya instalada con anterioridad y la seguridad de las inversiones hechas en el pasado reciente.
Es la segunda llamada de su tipo en la semana, pues antes la compañía española Iberdrola amagó con no invertir más en México por razones similares. En una sola semana se suman dos protestas externas sobre el clima en el sector en el que ya no hay garantías ni estímulos para la colaboración.
De parte del gobierno mexicano debe haber comprensión de que no se trata de una conspiración o un complot que se esté fraguando fuera de México, sino hay que tener oídos abiertos para recibir propuestas de cooperación e inversión, muchas de ellas por miles de millones de dólares, que no se está en momento de despreciarlas.
Son voces de preocupación con lo que sucede en el país, que comienzan a sumarse y a las que la 4T en vez de responder, por el contrario ahuyenta cualquier intención o propósito de inversión. Si bien se debe vigilar la participación de las empresas extranjeras en el campo de la energía mexicana, también se deben analizar y respaldar los proyectos de inversión que resulten benéficos para el desarrollo y progreso de la nación. Todo es cuestión de ser cautos pero abiertos a los potenciales beneficios, sin bajar la guardia en lo que respecta a nuestra independencia energética.
Si acá dentro de México parece que el Presidente no escucha nadie, ¿podrá tener oídos hacia las voces que se dirigen a él y van creciendo desde el exterior?