En el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) parece no haber rigor y sí favoritismos hacia personajes que no cumplen con los requisitos académicos para serlo y en cambio sí se toman en cuenta criterios políticos, quitando el lugar a otros que sí lo merecerían y que requieren de los apoyos a los que se tiene derecho como integrante del SNI.
Lo anterior viene a colación a partir de una acusación contra el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, a quien Guillermo Sheridan, columnista de esta casa editorial, denuncia como perpetrador de un plagio por un libro biográfico sobre el escritor, poeta y ensayista liberal del siglo XIX, Guillermo Prieto, que Gertz Manero publicó en 1967 sin dar crédito a dos biógrafos anteriores a él, de los que toma fragmentos para su escrito sin citarlos o especificar que los textos incluidos no son de su autoría.
Sheridan ha documentado en el pasado otros casos de plagio como los de Sealtiel Alatriste (que llevó a éste a renunciar a su cargo como titular de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM) y el del escritor y columnista Fabrizio Mejía, ligado al círculo intelectual del actual régimen, quien trató de minimizar el caso.
Ahora el clamor de otros investigadores y académicos adscritos al SNI es para que se revise a detalle el caso del doctor Gertz Manero y se considere su salida del Sistema, en donde por cierto cuenta con el Nivel III, el más alto y para el cual, a decir de los especialistas consultados, no cuenta con los méritos suficientes para detentarlo.
Gertz Manero fue incluido recientemente al SNI pero cabe recordar que ya desde 2010 buscó su entrada al SNI, que fue rechazada en su momento cuando los integrantes del consejo dictaminador determinaron que no contaba con los méritos académicos para su ingreso, rechazo que le llevó a interponer una demanda contra el Conacyt alegando discriminación, la cual se resolvió cuando la actual directora de la institución, la doctora María Elena Álvarez-Buylla, promovió la creación de una comisión que analizó el caso y que llegó a la conclusión de que no había impedimento para su inclusión.
Este tipo de acciones hacen que el Conacyt demuestre que no hay rigor y sí elitismos como en el caso del fiscal, en un momento en que se presume una “estricta política de cero tolerancia a la corrupción”, pero en el que ahora resalta solo el silencio del fiscal Gertz y tambien el de la doctora Álvarez-Buylla, al no emitir juicio por un libro que ha estado presente desde hace más de 50 años y en cuya confección ética al parecer nadie había reparado, hasta ahora que el escritor, investigador, académico, periodista y crítico literario Guillermo Sheridan hace públicos sus hallazgos.