En México se están desestimando las nuevas variantes que están apareciendo del coronavirus, pero ¿no es una política irresponsable el que no haya restricciones debido a que así se predispone a que entre la población surjan variantes locales de la enfermedad?
El dejar a criterio de autoridades locales el reducir o no la movilidad de los habitantes, o la vigilancia en el acatamiento de las medidas de prevención como el uso del cubrebocas y la sana distancia, revela las fallas que presenta la aplicación de este nuevo semáforo epidemiológico, en el que buena parte del país pasa al color naranja pero manteniendo la apertura de actividades como si se siguiera en amarillo o verde.
México debería seguir el ejemplo de otros países que han exhibido una mayor precaución en el manejo de la pandemia en sus territorios y no dar la falsa idea de que se tiene la situación controlada, cuando evidentemente está en ascenso el número de contagios y en consecuencia va disminuyendo la capacidad hospitalaria disponible.
El reconfinamiento en lugares de Europa no opera en razón de las muertes registradas, sino de la rapidez de los contagios a partir de las nuevas cepas del virus, ya que entre más se expone la gente a contagios, más rápido es que surgirá una variante local.
Si bien no se puede hablar de regresar nuevamente a un confinamiento absoluto, no obstante sí hay una gran diferencia entre eso y el mandar una señal de que en México no pasa nada, como si no se estuviera tomando en cuenta el riesgo de nuevas variantes y un eventual escenario en el que para éstas no rindieran efecto las vacunas existentes.
En el momento en que se detecte una variante especificamente mexicana, y como ocurrió hace poco más de una década con la cepa local de la influenza, los demás países cerrarán sus fronteras a los mexicanos y llamarán a sus ciudadanos a no visitar nuestro territorio, con la consiguiente afectación hacia el turismo y el intercambio comercial, con especial impacto en las exportaciones.
Si en nuestro país se llegara a gestar una variante nueva, como la que surgió en la India, eso indudablemente impactaría justo en lo que el gobierno no desea y que sería directamente en la economía nacional, con un cierre de fronteras de los demás países hacia el nuestro. De ahí que los esfuerzos deben ir no solo en el sentido de reducir muertes -cosa que las vacunas sí parecen estar logrando- sino también reducir los contagios, pues es en éstos donde se podría incubar una nueva cepa del virus, tal vez más resistente y agresiva, y para la cual quizá tarde mucho encontrar otra defensa.