El reporte de gastos millonarios obtenido por EL UNIVERSAL, en el que se detalla el costo y se desglosan los servicios y objetos contratados y adquiridos por el gobierno federal para efectuar un desfile conmemorativo del aniversario 109 de la Revolución Mexicana, el pasado 20 de noviembre, deja ver que la sustitución de lo que anteriormente era un desfile deportivo y que ahora constituyó una lección de historia con acción viva, tuvo un costo con cargo al erario público que contradice el hálito de austeridad que ha pregonado la administración gubernamental de este país desde que entró en funciones hace poco más de un año.

En el evento se hizo la representación de varios periodos históricos de México, como la vida en la época prehispánica, la Conquista, la Independencia, la Reforma, el levantamiento armado de 1910 contra el régimen del presidente Porfirio Díaz, hasta concluir con la expropiación petrolera y el régimen del presidente Lázaro Cárdenas, donde el papel protagónico lo ejercen personajes que, salvo los relativos a la etapa prehispánica y de la Conquista, están presentes en la imagen corporativa de la Cuarta Transformación, con lo que el acto devino entonces en propaganda a favor del actual régimen.

La información obtenida precisa que la mayor inversión se llevó a cabo en equipos y servicios de material audiovisual, que requirieron de un desembolso de casi cuatro millones de pesos. También se invirtió en vestuario, personal encargado de caracterizar a los actores, así como en transporte y alimentación de caballos, y hasta en el alquiler de una locomotora de utilería.

Sin duda fue un espectáculo con buenas intenciones, pero innecesario cuando por otro lado el mismo gobierno que se esmeró en presentarlo, se niega a hacer inversiones que la población le demanda o cancele programas que resultaban de utilidad para sus gobernados tan solo porque son herencia de pasadas administraciones.

Hay que ser parejos en la austeridad. Hay conmemoraciones que se han vuelto una tradición en la cultura mexicana, y que obviamente exigen un gasto y desembolso para su realización, pero inquieta que lo que en intención trató de ser un repaso por capítulos importantes de la historia de México, se haya convertido en un acto propagandístico para el gobierno en turno, con un costo que excedió los 10 millones de pesos. Queda claro que se deben establecer prioridades para poder hacer realidad el lema de “Primero los pobres”.

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