El gobierno federal se jacta, con todo el derecho, de haber otorgado aumentos históricos a los salarios mínimos, luego del paso de administraciones que los mantenían deprimidos y con alzas atadas a índices inflacionarios, con el argumento de que generaría presiones en el costo de productos, lo que impedía una recuperación efectiva del poder adquisitivo.

En los últimos años quedó demostrado que los niveles inflacionarios apenas se vieron afectados por los incrementos. Aunque en 2021 la inflación tocó niveles no vistos en décadas, ningún especialista lo ha atribuido a los aumentos en los salarios mínimos, sino a las condiciones económicas globales.

La mejoría salarial, sin embargo, está cambiando el panorama de ingresos de los trabajadores, desafortunadamente no en el sentido positivo. De acuerdo con cifras del Inegi, ahora son muchos millones de trabajadores más los que ganan un solo salario mínimo.

Al cierre de 2021 había 13.7 millones de mexicanas y mexicanas cuyo sueldo era de un salario mínimo, pero en este 2022 son 19 millones de personas las que reciben 5 mil 186 pesos al mes como pago por su jornada laboral. Definitivamente alguien con esos ingresos no puede mantener a una familia. El sueldo que reciben millones de personas en el país los coloca casi de manera automática en niveles de pobreza.

En México solo 1.4 millones de trabajadores tienen ingresos por arriba de los cinco salarios mínimos, número que se ha ido contrayendo aceleradamente en los últimos años.

En un país donde la mayor parte percibe un salario mínimo, de poco sirve contar con más ofertas de trabajo con ingresos que solo sirven para perpetuar el ciclo de la pobreza y que cancelan cualquier oportunidad de progreso personal y social.

Las razones son varias: desde la parálisis económica generada por la pandemia, de la cual apenas se intenta salir, hasta la falta de incentivos para generar mejores empleos.

Mientras el salario mínimo no sea suficiente para tener acceso a una vida digna, no importarán los incrementos históricos que se otorguen. El rezago es mayúsculo.

El gobierno ha demostrado con hechos su interés por mejorar los ingresos de la clase laboral, pero en esta ocasión el reto es estudiar formas para invertir la pirámide de ingresos como primer paso para generar desarrollo y abundancia.

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