En cuestión de horas, el caso creció en redes sociales, pero fue hasta que los medios tradicionales de información retomaron la supuesta desaparición de Laura Karen Espíndola tras abordar un taxi de la Ciudad de México, que se detonó lo que constituyó todo un caso de bomba mediática, dado que las condiciones subyacentes —una acentuada sensibilización por el poderoso movimiento feminista que ha venido tomando mayor fuerza, unido al reciente asesinato de Abril Pérez Sagaón, luego de que esta denunciara ser objeto de violencia, asedio y amenazas en su contra por parte de su expareja—, hicieron a todo un país estar al pendiente de su situación, hasta que se notificó su retorno a casa sin ningún maltrato.

Ciertamente la desaparición de la joven hizo disponer y movilizar una serie de recursos que podrían haberse encauzado a otros fines o búsquedas, pero también queda como buen ejemplo de lo que debe ser la respuesta de las autoridades y la sociedad ante la alerta emitida por una familia ante la desaparición de una de sus integrantes. En este sentido, no hay que dejar de actuar tal y como se hizo en ese momento.

Este tipo de situaciones ocurren en todo el mundo, infinidad de casos se dan en los que la supuesta víctima miente para encubrir otra circunstancia en la que ha estado metido. Numerosos son los incidentes de desaparecidos que mueven a toda una sociedad y que más tarde se revela que no hubo tal peligro o riesgo. Fue el caso de Frida Sofía, la supuesta niña atrapada entre los escombros del Colegio Rébsamen tras el terremoto del 19 de septiembre de 2017 —y que más tarde se supo que nunca existió, luego de que su caso llamara la atención de todo el país e incluso más allá de nuestras fronteras—, que puso en el foco de atención el poder que alcanza un rumor a través de las redes sociales cuando actúan en sinergia con los medios tradicionales de información.

En el sentido opuesto, hacer pública la información disponible en casos de desapariciones también ha servido para llegar a una pronta resolución de los sucesos, como lo fue el de una bebé robada en abril pasado a las afueras del Hospital General y que pudo resolverse en solo 5 días gracias a la participación de la ciudadanía que se interesó en su búsqueda.

El desenlace en la desaparición y afortunadamente posterior aparición con vida de Laura Karen Espíndola, quien no debe ser objeto de estigmatización y menos de agresión, no debería llevar a desestimar las denuncias ni dejar de seguir ante cualquier reporte los protocolos para búsqueda de personas. Por el contrario, se trató de un caso en el que se actuó con rapidez y en el que se conoció en pocas horas del paradero de una chica en momentos en los que toda la sociedad demanda atención a los casos de violencia contra la mujer.

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