El martes, el secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Omar García Harfuch, dijo que en la capital ya no hay cárteles, que están atomizados los grupos que se dedicaban al tráfico y distribución de estupefacientes, pero una nota de este diario revela que el Cártel Jalisco Nueva Generación tiene otros planes en su objetivo de conquistar el centro del país.

Se sabe que en los últimos tres años viene el CJNG expandiendo su círculo de acción hacia el centro del país, región en la que se ha identificado su presencia en Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Puebla, Morelos y la Ciudad de México, aunque de manera aún incipiente y hasta el momento en alianza con grupos locales de narcomenudistas. En algunas de estas entidades, el cártel incluso ha encontrado resistencia u oposición de organizaciones delictivas regionales, como en Morelos y el Estado de México, donde se han generado enfrentamientos por el control de plazas específicas.

Sin embargo, el objetivo principal es la capital del país y el Valle de México, en donde poco a poco incrementa su presencia, especialmente en los sobrepoblados municipios mexiquenses de la zona conurbada, en donde la escasez de opciones de trabajo convierte a miles de jóvenes del área, en potenciales candidatos a ser reclutados en sus filas.

Ahora, el debilitamiento que ha afectado a la Unión Tepito, el grupo local más visible de la CDMX y en cierto modo antagónico a sus intereses, ha sido aprovechado por el CJNG para expandir su campo de acción en la capital, aunque también lo están haciendo sus rivales de Sinaloa y Michoacán, por lo que la ciudad podría convertirse en un campo de batalla entre narcotraficantes.

En administraciones anteriores era práctica común que se negara la existencia del crimen organizado o que ante evidencias contundentes de su actuación, se les minimizara y se asegurara que se trataba de grupos reducidos y de presencia muy focalizada. Más tarde, con el aumento de sus ataques y enfrentamientos, por mucho tiempo se aseguró que todas las muertes se daban entre los propios narcotraficantes y jamás llegaban a afectar a la población civil. Luego, cuando comenzaron a registrarse hechos de violencia en la capital, volvió a insistirse en que la ciudad estaba libre de cárteles y a lo más se trataba de conflictos por narcomenudeo.

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