El ejército mexicano ha sido modelo en la región latinoamericana en cuanto a que se ha mantenido dentro de la institucionalidad, pero parte de la razón por la que en México, a diferencia de sus vecinos latinoamericanos, no haya habido golpes de Estado después de concluida la Revolución Mexicana es porque hubo un esfuerzo tanto de civiles como de los propios militares para sostener el equilibrio de fuerzas alcanzado tras el movimiento social, y se logró a través de una división muy clara de campos de acción de cada esfera de la sociedad.
Si al gobierno del presidente Ernesto Zedillo se le recrimina haber militarizado el estado de Chiapas para intentar frenar el avance del EZLN en 1994 y a la gestión de Felipe Calderón por haber ordenado a las fuerzas armadas emprender una guerra contra las organizaciones del narcotráfico, la presidencia actual a cargo de Andrés Manuel López Obrador carga con la responsabilidad de estar paulatinamente en un proceso de des-civilizar al Estado mexicano y transfiriendo a militares muchas de las acciones y tareas que corresponderían a civiles, en lo que se antoja como una clara cesión de terreno.
Una de las primeras funciones que se le dieron a los militares en sexenios pasados fue la de ejercer tareas de patrullaje y resguardo de la seguridad en zonas donde las policías locales se encontraban sumidas en esquemas de corrupción o se vieron rebasadas por la delincuencia organizada.
Ahora, con la llegada de un nuevo gobierno, a los militares se les asignaron tareas de construcción de instalaciones para uso civil, como los aeropuertos y el Tren Maya, además de que se les dio una participación importante en la contención de la epidemia de Covid y en la campaña de vacunación.
La expansión de la esfera militar sobre la civil durante esta administración presidencial marca un hito nunca visto para la administración nacional, que hasta hace poco era de carácter eminentemente civil.
Aunque no se admite, en México se está llevando a cabo una evidente militarización en el campo de acción de la sociedad civil, pero se está jugando con fuego a la hora de ceder tantas funciones a los militares. Contrario a la promesa de campaña presidencial de que el gobierno tendría un predominio civil y que se detendría la militarización, lo único cierto es que son los militares quienes están registrando un avance y expansión hacia ámbitos de acción que antes sólo eran ejercidos por civiles. Hay que repensar un nuevo equilibrio de esferas.