En Estados Unidos los funcionarios de la administración Biden definen como “crisis” la situación que están enfrentando sus autoridades migratorias. En 48 horas, entre el jueves 18 y el sábado 20 de marzo, el número de inmigrantes indocumentados que tenía bajo su custodia la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza pasó de 7 mil 970 a 9 mil 830; de ese número, 5 mil 49 eran niños y adolescentes.
De este lado de la frontera también se viven escenas dramáticas. En Reynosa, Tamaulipas, por ejemplo, alrededor de cien migrantes centroamericanos no pudieron ingresar a Estados Unidos y ahora se encuentran viviendo a un costado del Puente Internacional Reynosa-Hidalgo debido a que los albergues se encuentran llenos. Desean volver a sus lugares de origen, pero no reciben apoyo de ninguna oficina de gobierno.
En el otro lado del país, en la frontera con Guatemala, desde el pasado 19 de marzo el gobierno mexicano retomó la estrategia que se adoptó durante el gobierno de Donald Trump. Desplegó un muro de elementos de la Guardia Nacional, de Migración y de la Marina para evitar el paso de centroamericanos.
Este diario informa hoy que la contención ha servido poco, pues los grupos de migrantes hacen su ingreso por zonas donde no hay vigilancia. Los cruces se movieron hacia el norte y ahí los centroamericanos deben caminar por la orilla de la carretera y en ocasiones internarse entre la selva lacandona para llegar a Palenque, su primer destino. Los riesgos en esta región no son los agentes, sino las serpientes y los jaguares. Las restricciones son la razón de que hombres, familias y menores corran mayores riesgos al transitar por áreas inhóspitas.
La llegada de Joe Biden a la presidencia estadounidense, un político en favor de la migración ordenada, desató esperanzas de miles de centroamericanos que permanecían varados en la frontera mexicana y alentó la movilización de otros miles desde Guatemala, Honduras y El Salvador.
Entre los planes del estadounidense se encuentra un plan para apoyar la creación de mejores condiciones sociales en Centroamérica, estrategia que también mencionó el gobierno mexicano al inicio de su gestión, pero hasta este momento las señales apuntan a que lo urgente es detener a los grupos de migrantes a como dé lugar. Los largamente prometidos programas para apoyar las comunidades expulsoras de migrantes pueden esperar.
La visita, este martes, de una delegación estadounidense para tratar el tema será crucial para atender el fenómeno desde una óptica distinta.