Un informe advierte del riesgo de incendios en la línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo-Metro de la Ciudad de México por el envejecimiento de las instalaciones eléctricas, con hasta medio siglo de uso, y en las que el propio organismo reconoce incumplir normas de calidad y seguridad, tanto nacionales como internacionales.
Fallas que se traducen en paros constantes en el servicio, algunos de ellos de más de 20 minutos en los que el tren simplemente no avanza y en el que a los pasajeros no se les da explicación alguna, complicando la llegada de cada uno a sus compromisos laborales, citas médicas o exámenes escolares.
Las fallas se acumulan especialmente en las líneas 1, 2 y 3, las más antiguas del sistema, lo que viene a reforzar la hipótesis del envejecimiento de la infraestructura eléctrica, pero también del resto del equipo rodante del Metro que han alcanzado ya su periodo de caducidad física, lo que se traduce en la necesidad de un mantenimiento que cada vez se requiere más correctivo que preventivo.
En dicho incidente se culpó al conductor del convoy, contexto en el que las autoridades capitalinas aprovecharon para cesar a funcionarios del Metro ligados al sindicato interno, argumentando corrupción al interior de dicha agrupación de trabajadores, la cual no estuvo de acuerdo con la decisión, indicando que el choque era en realidad una consecuencia en el deterioro de trenes e instalaciones, situación que sistemáticamente venía denunciado el organismo sindical y que en su momento fue acusado de ser simplemente parte de una campaña infundada en contra del gobierno capitalino.
El choque de trenes, ocurrido en la estación Tacubaya, no fue un incidente aislado, sino el punto climático de una cadena de negligencias no solo en cuanto al mantenimiento de su infraestructura, sino incluso en lo referente a su personal y el resguardo de la seguridad en las instalaciones, que también se han visto comprometidas como en el incidente sucedido hace casi un año y en el que perdió la vida el jefe de la estación San Cosme, a manos de un usuario en estado de ebriedad.
Culpables son todas las administraciones anteriores tanto de la Ciudad de México, como las que sucesivamente han estado al frente del STC. Probablemente estamos ante la última oportunidad de poner solución a un añejo problema antes de que ocurra una nueva tragedia.