La llegada de ocho nuevos legisladores con capacidades especiales, representantes de grupos sociales que han sufrido discriminación, se hace con un objetivo común que ellos mismos señalan: dejar de ser un grupo, una minoría, y volverse parte de la sociedad.

Su número, inédito pero acorde a los tiempos de inclusión y de voz a grupos anteriormente marginados u ocultados, hace recordar al fallecido Gilberto Rincón Gallardo, luchador por los derechos de las personas con discapacidad, quien llevó sus propuestas a las Naciones Unidas, y en nuestro país presidió el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y hasta se postuló a la presidencia de la República en el año 2000, distinguiéndose no solo por su pensamiento de avanzada y su lucha al lado de los movimientos comunistas y socialistas, sino por su impulso a las políticas de inclusión laboral, mismas que llevaron a que en la actualidad lleve su nombre un distintivo que se da a las empresas incluyentes en nuestro país.

Quienes hoy acceden al Congreso de la República son legisladores que llegan a San Lázaro con una agenda de temas propios y urgentes entre los que destacan obviamente los de la inclusión y la no discriminación, donde propiciarán que se redacten leyes para mejorar la movilidad y su acceso a oportunidades tanto educativas como laborales o de movilidad, así como de pleno acceso a servicios de salud.

Y aunque parezca que en los últimos años se ha tomado una especial conciencia de la situación de las personas con discapacidad y se han dado grandes pasos hacia su inclusión laboral o social, la verdad es que cuando se trata de leyes inclusivas, si bien en la anterior legislatura se promovieron 134 propuestas en su favor, sólo 40 fueron aprobadas por los legisladores, menos de una tercera parte.

Ahora estos nuevos ocho legisladores no solo abogarán para que las empresas den una o dos plazas de trabajo a personas con discapacidad, sino que su apuesta es porque además haya más gente de su condición en cargos de dirección o de gran responsabilidad, pues su preparación es la misma o incluso mejor de quien cuenta con su integridad y funcionalidad física.

La aportación de esta otra cara de la diversidad en el Congreso es sin duda uno de los grandes pendientes de nuestra sociedad, pero su inclusión hará que el resto de la sociedad reflexione en la gran ausencia que representa no contar con estas personas que han sufrido discriminación y que por ignorancia se les han negado las oportunidades para una plena integración social, así como su valiosa incorporación a la economía y a la vida productiva. Ya era hora de contar también con ellos.