Un informe reciente de Amnistía Internacional indica que México detenta el primer lugar mundial de muertes por Covid-19 entre sus profesionales de la salud, por encima de naciones con un mayor número de médicos como Estados Unidos y el Reino Unido, o de países con mayor cantidad de contagios, como Brasil.
Según el reporte, 1,320 trabajadores de la salud mexicanos han muerto por coronavirus desde el inicio de la pandemia en nuestro país, mientras más de 97 mil se han visto contagiados, representando por sí solos el 17% de los contagios entre la población general.
Al ser cuestionado en este sentido, el doctor José Luis Alomía, director de Epidemiología de la Secretaría de Salud, adujo ayer que las cifras presentadas por Amnistía Internacional tienen que ver con la forma en que los países reportan su mortalidad por Covid. “No todos reportan las defunciones de sus profesionales de salud”, apuntó.
Asimismo, minimizó la cifra al compararla con las estadísticas del resto de la población y del propio sector de los trabajadores sanitarios: “Sólo un 7% de médicos y enfermeras desarrolló enfermedad grave y sólo 3.8% fallecieron” (contra un 25% de la población general), y hasta se justificó a las comorbilidades o las condiciones personales de estos profesionistas (como la obesidad o la edad avanzada, por ejemplo) como la causa de sus fallecimientos.
Se debe recordar que durante buena parte de la pandemia, el gobierno negó que los médicos ejercieran su labor en condiciones no propicias o sin el equipamiento necesario, e incluso llegó a descalificar las movilizaciones de trabajadores de la salud que comenzaron a multiplicarse por varias ciudades, asegurando que eran grupos enviados por sus adversarios o movidos por intereses económicos de sectores afectados.
Pese a las justificaciones que se den, los reclamos de los médicos son legítimos, toda vez que las condiciones no son las mejores para enfrentar al enemigo invisible. ¿Qué hubiera pasado si los trabajadores de la salud no se hubieran movilizado?
En el casi medio año que tiene la pandemia de Covid-19 en México, aún no es tarde para recordar que los médicos están en la primera línea en el combate de un enemigo del que aún no acaba de conocerse todo su potencial ni su capacidad de resistencia ante las armas y recursos de la ciencia médica. Por el bien de estos profesionales heroicos, deben seguirse tomando medidas que los protejan pues, al hacerlo, todo el país se protege.