El feminicidio es un tema presente en la vida mexicana desde hace décadas que en lugar de ir a la baja tiende a crecer. La falta de políticas públicas consistentes en todos los niveles de gobierno, así como la todavía deficiente impartición de justicia, son lastres que parecen dar oxígeno a la proliferación de casos.
Hoy EL UNIVERSAL muestra la cara más brutal de este tipo de asesinatos, la de la mutilación de los cuerpos, práctica que se ha vuelto más frecuente; tan solo en la Ciudad de México y en el Estado de México van 44 casos en la última década, y en los últimos cinco años se incrementó el número de hallazgos en terrenos baldíos.
Diversos reportes han coincidido en que la brutalidad ha sido un rasgo que caracteriza a los feminicidios. Mientras buena parte de los homicidios masculinos se cometen con armas de fuego, contra las mujeres se usan objetos cortantes tres veces más que en los asesinatos de hombres. Un estudio realizado hace 12 años, en 2009, por ONU-Mujeres, Inmujeres y la Cámara de Diputados, encontró desde entonces que en los feminicidios era más frecuente “el uso de medios más crueles” como ahorcamiento, estrangulamiento o ahogamiento; además, “la proporción en que las mujeres son envenenadas o quemadas con sustancias diversas o con fuego, triplica la de los varones”.
Hoy esas prácticas siguen presentes, aunque algunas autoridades carezcan de registro sobre los casos de mujeres mutiladas. En el Estado de México, por ejemplo, no hay información pública y oficial sobre los feminicidios que incluyeron mutilación o desollamiento del cuerpo; sin embargo, en una revisión hemerográfica se encontraron al menos 30 casos públicos. En la capital del país la autoridad contabiliza 14 casos en una década.
De acuerdo con expertos, la violencia que se desató como parte de la lucha contra el narcotráfico ha “normalizado” la crueldad de los homicidios, reflejada específicamente en la agresión despiadada contra los cuerpos, de manera particular en los feminicidios.
En el panorama nacional no hay señales para que esta situación de agresiones y feminicidios disminuyan o desaparezcan en el corto y mediano plazos. Falta capacitación para que se imparta justicia con visión de género, acciones decididas desde quienes encabezan los distintos gobiernos y diálogo con grupos feministas, entre muchas acciones más, mientras, la bola de nieve de muertes de mujeres y asesinatos crueles va en ascenso.