Hoy que se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, vale hacer una reflexión sobre la participación femenina en uno de los campos que tradicionalmente han estado reservados a los hombres hasta que a fines del siglo XIX mujeres como Marie Curie demostraron que ellas también aportarían sus notables capacidades al conocimiento y comprensión del mundo físico y las leyes y principios que lo gobiernan.

Pero ahora, más de un siglo después, la participación de las mujeres es todavía precaria en el campo científico, menos de una tercera parte a nivel mundial, y en México es de apenas una décima parte del total, pero aún así se trata de personas privilegiadas en un país que tradicionalmente ha permanecido sesgado en el desarrollo de la investigación y el conocimiento, en especial en áreas como la física, las matemáticas o la ingeniería.

No obstante, la experiencia internacional demuestra que la igualdad de género en la educación y la ciencia se refleja directamente sobre el PIB de las naciones, siendo más elevado cuanta más participación femenina haya en el desarrollo científico de los países.

Por lo anterior es que, si se quiere obtener progreso y bienestar social, es indispensable promover la incorporación de mujeres en disciplinas asociadas a la ciencia y la tecnología, y erradicar la exclusiva promoción del crecimiento profesional de hombres por la idea preconcebida de que estos están más dispuestos que las mujeres a hacer a un lado sus compromisos personales o familiares, pues aún se sostiene que las responsabilidades domésticas y el quehacer académico son incompatibles.

Es imprescindible acercar a las niñas a la ciencia y no sabotear su vocación profesional, cualquiera que esta sea y que los propios padres no sean los primeros en desalentar a sus hijas a interesarse por la ciencia ni que les quiten la intención de seguir alguna carrera científica, ya sea por el hecho de ser mujer o por la idea de que son áreas en las que no se gana bien, sino por el contrario que su principal motivación sea la sed de conocimiento y de poder aportar algo en beneficio de la humanidad.

La presencia de la mujer en la ciencia es indispensable. Desde niñas se debe fomentar su curiosidad y no matar su creatividad, así como fortalecer e incentivar la participación femenina en la actividad científica porque sus logros, a la vez de necesarios, serán siempre motivos de orgullo para el país que las impulsa.