Una cauda de hogares desarticulados o tocados por la tragedia en Guanajuato a raíz del control sobre el estado del Cártel de Santa Rosa de Lima, y la confrontación de éste con el Cártel Jalisco Nueva Generación por la posesión del territorio, es uno de los conflictos que han aflorado tras la detención de José Antonio Yépez Ortiz El Marro, cuya actividad criminal afectó negativamente la vida de miles de guanajuatenses.
Aunque desde el año 2012 se tiene un recuento de unas 2,100 personas desaparecidas en Guanajuato, se destaca que en el último par de años el problema se triplicó, a la par de que ganó presencia y se impuso el grupo delictivo de El Marro.
Con ingresos que se calcularon en un promedio de 30 millones de pesos diarios producto en su mayor parte de su delito principal, el robo de combustibles o huachicoleo, parte de esas entradas de dinero también vinieron de otras actividades como el secuestro, la extorsión y el cobro de piso, que conllevaron la desaparición forzada de numerosas personas, algunas de ellas separadas de sus casas no tanto para negociar rescates, sino para destinarlas al reclutamiento forzado o para la explotación sexual, que son dos de las prácticas más aberrantes que frecuentemente están detrás de la desaparición de personas.
Con lo anterior pudo crear una base social entre los guanajuatenses, conseguida ya sea mediante la dádiva directa, el reparto de despensas o la ejecución de obras para la comunidad, o por el contrario a través de la intimidación y el temor, esta base llega a ser de tal magnitud, que puede movilizar a poblaciones enteras para obstaculizar la acción de los cuerpos militares o policiales y proteger así a los criminales, ocultándolos o negándose a proporcionar cualquier dato o información a las autoridades.
Ahora con la detención de este delincuente, es urgente una recomposición social en Guanajuato y saldar deudas con los familiares de los desaparecidos, así como investigaciones que permitan en cada caso saber el destino final que tuvo cada uno de ellos. Por otro lado, en el estado es esencial vigilar tanto que el cártel del Marro no busque reorganizarse, como que los grupos rivales pretendan expandirse por el territorio estatal. Guanajuato merece poder volver a estar en paz.