Siempre se ha pontificado al ahorro como una práctica financiera sana y altamente recomendable para la economía de los hogares mexicanos. Sin embargo, la pandemia —que para muchos se tradujo en desempleo o caída en ventas— sumada a una preocupante inflación anualizada de 7.36%, ha comenzado a mermar la capacidad de contar con ahorros en las instituciones bancarias del país, toda vez que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) reportó una caída de 2.8% en ese rubro.
Ante crisis como la provocada por el Covid-19, las familias se vieron desde 2020 obligadas a disponer de aquellos recursos reservados para otros objetivos o planes, cancelando la posibilidad de restaurar esos ahorros en el corto plazo.
Los bancos señalan que el público común no distingue entre ahorro e inversión, en donde en el primero se pierde poder adquisitivo por efecto directo de la inflación, mientras que en el segundo se cuenta con cierta protección contra los efectos inflacionarios que incluso permite hacer que lo invertido crezca en beneficio del depositante.
Sin embargo, el mexicano promedio se enfrenta, por nivel de ingresos o por hábitos de gasto, a productos bancarios que no le brindan la posibilidad de otorgar rendimientos por el ahorro, lo que se convierte en otra razón para que los clientes retiren su dinero o no incrementen sus cuentas, además de que aquellos productos que sí los proporcionan, exigen de los inversionistas largos plazos de inmovilidad de sus depósitos como condición para brindar ganancias.
Por lo anterior, una abrumadora población con acceso a servicios y productos bancarios, vio que alguna suma depositada como ahorro se ha depreciado por no contar con una estrategia de inversión, y por efecto de la crisis actual que no solo los ha golpeado con inflación, sino que a muchos los ha obligado a disponer de recursos económicos de reserva.
Así, el impacto combinado de la inflación con las consecuencias de la pandemia sobre la economía, no solo han mermado drásticamente el poder adquisitivo y cualquier intento de recuperación del ingreso salarial, sino también ha afectado la capacidad de ahorro de las familias, tanto obligando a disponer de lo ahorrado como desincentivando la posibilidad de guardar parte del ingreso como reserva. En este momento millones de mexicanos están desprotegidos ante imprevistos. Sin apoyo de algún tipo, el futuro se vislumbra gris.