La esperanza de que el recién estrenado gobierno de Joe Biden al frente de Estados Unidos resulte más benévolo con la migración, está alimentando ilusiones de toda clase entre los migrantes que buscan llegar a ese país persiguiendo la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida.

El triunfo de Biden frente a Donald Trump, quien resultó uno de los más grandes enemigos que han enfrentado los migrantes por su severa política de cierre de fronteras y cancelación de privilegios y ayudas humanitarias, hizo creer a miles de centroamericanos y latinoamericanos en general, que Estados Unidos abriría sus fronteras y recibiría sin reparos a todos aquellos que llegarán hasta su territorio buscando asilo.

Y tan solo hay que ver las estadísticas. De acuerdo al último reporte de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), en marzo 172 mil 331 personas intentaron ingresar a Estados Unidos, lo que constituye una cifra nunca antes registrada.

Entre todo este oleaje migratorio, destaca la tendencia de enviar a niños de manera temeraria a enfrentar solos el sueño americano que, por lo visto en días recientes, incluso con niños pequeños arrojados por encima del muro o hallados vagando solos en el desierto y cuya mejor esperanza es encontrar una patrulla fronteriza que los salve del infierno que encuentran en lugar del paraíso que se les prometió.

Estos niños son arrojados al otro lado por encima del muro fronterizo, con riesgo de sufrir una fractura al caer o de encontrarse con un animal silvestre, como un coyote, o morir asfixiados ocultos en el interior de algún vehículo expuesto a los rayos del sol.

Esperanzados solo por un rumor, bajo la ilusión que al estar del otro lado de la frontera serán adoptados por la nación que se presume como faro de la libertad, los padres de estos niños los ponen en el camino hacia el país del norte y los dejan ir solos a labrarse un incierto destino, en el que en el mejor de los casos serán repatriados de vuelta hacia sus países o permanecerán indefinidamente del lado mexicano.

Tan sólo en Ciudad Juárez, se tiene conocimiento de 144 menores (niños y adolescentes) que ingresaron a territorio estadounidense o intentaron hacerlo sin compañía de un adulto, y que han sido puestos a disposición del DIF de Chihuahua.

No es justo para estos niños que al no conseguir entrar a EU permanezcan del lado mexicano, mendigando o realizando trabajos de sobrevivencia, y no es de dudar que algunos sean atraídos por la delincuencia u otros medios de subsistencia nada gratos. Urge para ellos un mejor futuro.

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