Los casos de niñas que son forzadas a casarse a la edad 12 o 15 años en algunas regiones de México confirman el grave problema del país: la desigualdad. Mientras en las zonas urbanas niñas y mujeres avanzan en el ejercicio de sus derechos y en la incursión en todos los ámbitos de la sociedad, en regiones rurales la situación es muy distinta. Prevalecen “costumbres” y “tradiciones” que reducen su condición a objetos que pueden venderse u ofrecerse al mejor postor.
Este año EL UNIVERSAL documentó varios casos, como el de Angélica, obligada a casarse a los 12 años, pero al emigrar su esposo a Estados Unidos su suegro la intentó violar por lo que regresó a su casa; por esa acción fue encarcelada. O el caso de Anayeli, de 15 años de edad, que escapó para evitar que la casaran a la fuerza; su familia recibiría a cambio 200 mil pesos; su determinación también le costó la cárcel.
En las familias con bajos recursos este tipo de “costumbres” representa quitarse una carga económica y al mismo tiempo recibir una compensación por ello. Si su situación no fuera de miseria o pobreza, otro futuro podría dibujarse para las menores.
Todo ello recuerda en cierta medida a lo que se vivió en China durante décadas cuando por decisión oficial las familias solo podían tener un descendiente. Las familias veían en el nacimiento de una niña una desgracia, lo que produjo casos extremos de asesinatos de bebés del sexo femenino.
Concepciones erróneas y roles ancestrales asignados a la mujer son los que alimentan ese tipo de conductas para ellas.
Desde hace casi medio siglo está demostrado que una mujer puede ser igual o más productiva que un hombre en cualquier ramo que decida incursionar. Solo se requiere que tenga acceso a las mismas oportunidades.
En México, no basta con que el gobierno federal señale que los matrimonios forzados son una excepción y no una regla o que vea en la la difusión de esas historias una campaña “para distorsionar, para deformar la cosas”. Aunque sea solo un puñado de casos, deben erradicarse porque el papel de la mujer hoy en día es totalmente diferente al que predominaba décadas atrás.
Si prevalecen esas condiciones es debido a lo que han documentado quienes estudian el tema: pobreza de la población y desinterés de autoridades por desaparecerlo.
La mujer representa en la actualidad una fuerza indiscutible en la sociedad mexicana y eso debe ser general, sin excepciones.