A decir de especialistas en el tema de la igualdad de género, la propuesta de la Fiscalía General de la República (FGR) de reclasificar el delito de feminicidio es un nuevo ataque a las mujeres ya que pretende simplificar la violencia que se comete contra ellas y una vez más un intento por reducir o minimizar sus reclamos y su lugar en la sociedad. Aseguran que contrario a lo señalado como justificación, en el sentido de que una reclasificación permitiría al sistema penal ser más eficaz y dar más rápida resolución a los casos presentados, el verdadero sentido de la modificación sería el nuevamente invisibilizar la violencia de género.
La clasificación actual de los feminicidios, a la que ciertamente le hacen falta aún muchos ajustes y correcciones para poder dar sostén a un auténtico y eficaz aparato de justicia con la mira puesta a garantizar un México más seguro para las mujeres, es vista con todo y sus defectos como una conquista de la lucha feminista, que tomó muchos años de esfuerzos y luchas en consolidarse. Lo que las mujeres quieren es que tanto feminicidios como la violencia de género, sean vistas ambas no como asuntos de la esfera personal, sino como temas de seguridad del Estado, porque con cada agresión se pone en riesgo las bases y continuidad de la estructura social.
En ese sentido, el partido en el poder anuncia que presentará una iniciativa para aumentar las sanciones contra los feminicidas, a la par de que buscará que se unifique en todo el país la tipificación del feminicidio, ya que actualmente cada estado de la República interpreta la comisión de este delito de distinta forma, lo que da lugar a vacíos que posibilitan la impunidad en muchos de los casos.
Reclasificar los feminicidios es una tentación por parte de las personas formadas en el viejo sistema penal porque tal vez quieren volver al anterior régimen porque se sienten más cómodos en él, pero se trata de esquemas ya superados en los que se podían formular juicios inapelables con elementos tan básicos como una simple denuncia, presentación de testimonios falsos o imprecisos, o declaraciones arrancadas bajo tortura. Ya no es posible volver a esos tiempos en los que bastaba la declaración de una persona para condenar algo sin ningún tipo de investigación complementaria. No es válido buscar una regresión hacia lo simple sino por el contrario fortalecer las capacidades del sistema de justicia mexicano para, en el caso del delito de feminicidio, identificarlo y castigarlo con todo rigor, pero también con el respaldo de todos los elementos que comprueben o descarten la responsabilidad de un presunto culpable.