Es innegable que la relación más importante para México es con América del Norte, tanto por su intercambio comercial como porque buena cantidad de mexicanos llevan décadas desplazándose más allá del Río Bravo en busca de oportunidades de progreso y echando raíces en Estados Unidos y en menor medida en Canadá.
Por ello, y tras el receso en su relación que las tres naciones debieron enfrentar a raíz de la administración de Donald Trump, que redujo los contactos a su mínima expresión y hasta en algún momento amenazó con suspender los tratados trilaterales por considerarlos desventajosos para Estados Unidos, es hasta ahora, con un demócrata en la presidencia estadounidense, que se han podido volver a retomar los encuentros tripartitas que hasta antes de 2017 habían sido habituales en su relación diplomática.
La propuesta del presidente estadounidense Joe Biden, en el sentido de dejar de lado políticas nocivas que niegan oportunidades a sus gobernados y que impulsan el desplazamiento de personas hacia los países industrializados, arrojó un viento fresco sobre uno de los tópicos más espinosos de su relación con México: la migración, y da esperanza a 11 millones de mexicanos para regularizar su situación en Estados Unidos.
Y también por primera vez y a tono con los nuevos tiempos, los mandatarios expresaron su disposición a promover una integración económica que sea incluyente y en la que tengan cabida y preponderancia mujeres, jóvenes e indígenas, entre otros grupos de población, a los que se buscará beneficiar de manera predominante.
La de América del Norte es una asociación en la que van juntas las tres naciones y cuya mayor integración podría dar origen a una comunidad norteamericana —a semejanza de la europea, como lo proponen el ministro Trudeau y el presidente López Obrador— que podría ayudar a enfrentar de manera conjunta los retos y desafíos que se presenten —como el que constituye ahora el Covid—, así como dar solidez y fortaleza al comercio y otros rubros de la economía regional, cuyo impulso redunde en bienestar para todos los habitantes de esta parte del planeta.
Más allá de los buenos deseos que siempre se expresan en este tipo de encuentros, pero que difícilmente pasan al campo de las acciones, es de esperar que la cumbre trilateral de América del Norte siente por lo menos las bases para un mejor acercamiento y entendimiento en el que las tres partes se beneficien mutuamente.