Dar continuidad a ideas y programas heredados de administraciones anteriores y que demostraron dar resultados es para el gobierno actual una afrenta que se ha empeñado en destruir, quebrantando un derecho de las madres trabajadoras, especialmente aquellas de hogares monoparentales.
Esta vez más de tres millones y medio de niños y sus familias se verán afectados por una decisión anunciada por la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez, en la que no se consideró la opinión de maestros o padres de familia, ni tampoco se hizo una consulta al respecto que validara o detuviera la intención de eliminar el Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC), por el cual se buscaba una educación de calidad para la niñez mexicana, a la par de que se les proveía alimentos durante su estancia en los planteles.
El programa piloto arrancó en 2007 con 461 escuelas en 12 estados, y en su punto máximo se extendió a más de 27 mil planteles de todo el país. Por el mismo hasta 65% de los alumnos recibían su primer alimento del día en los planteles del programa, lo que constituía un invaluable apoyo para los estudiantes de familias de escasos recursos.
Se ha explicado que el ahorro que derive de su cancelación permitirá destinar esos recursos a otras prioridades, como equipar planteles de zonas marginales, pero la impulsora del Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC), Josefina Vázquez Mota, considera que no solo se degrada así la calidad de la educación que los niños recibían, sino que a muchos padres los orilla a dejar sus empleos para poder estar al lado de sus hijos y alerta que lo más grave es que también a muchos infantes se les manda a las calles, lo que los pone en la esfera de atracción de la delincuencia organizada.
En un mes especial y sensible como es marzo, ya anclado en la conciencia nacional como mes de la lucha feminista, cancelar un programa que beneficia especialmente a las mujeres que son madres, es una afrenta con aroma a provocación, o en todo caso, una medida tomada sobre las rodillas sin sensibilidad o sin siquiera revisar el contexto en que se ejecuta, guiados solo por la idea de eliminar todos los programas dejados por los gobiernos anteriores, sin evaluar primero su utilidad, importancia o las consecuencias y costo político que puede acarrear su supresión.
Lejos de facilitar las cosas para las mujeres, desde el gobierno de la Cuarta Transformación parecen empeñados en complicárselas aún más.