En un mundo en que las fuentes fósiles de combustibles siguen satisfaciendo hasta dos terceras partes de las necesidades energéticas en naciones de Europa, y pese a los esfuerzos internacionales para reducir esta dependencia, la transición hacia energías limpias y renovables todavía se percibe lejana en el horizonte.

Contrapuesto al idealismo ambientalista y la pugna en favor de las energías limpias, están la practicidad y las necesidades energéticas inmediatas de la población mundial,

La crisis energética por la que pasa el planeta es una muestra de que no es tan fácil desprenderse de las viejas formas de generar energía. No se trata tan solo de dejar de producir o utilizar carbón o petróleo de un día para otro.

La energía renovable —sea de origen solar, eólica o hidráulica— presenta varias dificultades. Uno de ellos es la intermitencia de su producción correspondiente a la presencia de la fuente que la genera, como los ciclos de día y noche, las temporadas de vientos o las sequías que pueden reducir o desaparecer la corriente de ríos y otros cuerpos de agua capaces de generar movimiento transformable en electricidad.

Otro es el almacenamiento de la energía, que aún no está del todo resuelto por la tecnología. Un ejemplo son los páneles solares, que almacenan una cantidad determinada de electricidad que puede ser consumida o distribuida solo regionalmente, o almacenada en baterías que generan un costo tanto en producción como en espacios para resguardarlas o en transporte para desplazarlas.

Las soluciones que se requieren para cumplir el ideal ambientalista aún se están desarrollando, y pese a los grandes avances tecnológicos hacia su concreción final, todavía están lejos de ser tecnologías plenamente disponibles, por lo menos en la forma en la que las sueñan los ecologistas y promotores de las energías limpias y autosustentables.

Queda claro que en este ámbito se requieren todavía más soluciones prácticas para resolver la causa de que el mundo aun no pueda transitar hacia el anhelado paraíso de las energías limpias. Con todo, la crisis energética puede ser una oportunidad para encontrarlas y que nuestro país bien podría aprovechar en su beneficio y en el del resto de la población mundial.