Adaptación es la palabra que define al mundo en medio de la pandemia y la que caracterizará a la sociedad que surja una vez que se supere la emergencia sanitaria. Individuos, gobiernos y empresas tendrán que transformar mucho de lo que era normal hasta hace 3 meses.

El virus que alteró las actividades cotidianas en todos los niveles ha afectado especialmente a los sectores económicos relacionados con el entretenimiento (cines, conciertos), turismo, transporte (aerolíneas, autobuses, transporte público) y a la industria restaurantera.

Datos del Banco de México señalan que en 3 meses, de febrero a mayo, 7 mil 580 empresas dejaron de estar inscritas en el IMSS y más de un millón de empleos formales se perdieron entre marzo y mayo. La Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo del Inegi señala que en abril casi 12 millones de mexicanos salieron del mercado laboral.

En principio, un análisis del Banco de México anticipa que los cambios más visibles se darán en los patrones de consumo y en el uso de canales de compra alternativos, pero desde el lado empresarial se inhibirá la creación de nuevos empleos y frenará la creatividad de potenciales emprendedores. Ante los riesgos de rebrotes y de una segunda ola epidémica, los alicientes para comenzar un negocio se vuelven prácticamente nulos.

La recuperación económica será lenta y algunos especialistas advierten que tomará de 3 a 4 años volver al escenario pre-pandemia. El apoyo estatal al sector que genera fuentes de trabajo seguramente influirá en un dinamismo más inmediato. En unos meses se podrán tener las primeras evaluaciones de las estrategias que adoptó cada nación.

Por lo pronto, la nueva realidad se instala poco a poco en buena parte del mundo, mientras en México trata de empujarse a pesar de registrar días sucesivos con cifras récord de nuevos contagios y de reporte de muertes.

En el país, el apoyo está enfocado en grupos sociales bien definidos. Hacia el sector empresarial hay abandono y desdén, a pesar de que el grueso del sector está constituido por micro, pequeñas y medianas empresas.

Es claro que no habrá recursos que alcancen, pero la mala distribución de ellos, puede causar daños irreversibles a la planta productiva, que podrían salir muy caros al país. Solo se requiere un poco de senbilidad.

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