Pese a los esfuerzos —como la creación de una fiscalía especializada, programas adoptados para prevenir y erradicar la violencia contra la mujer, y hasta la implementación de un banco de ADN para identificar responsables en casos de violación—, el acoso, las agresiones, la trata y los feminicidios siguen mostrando cifras a la alza, con pocos indicios de menguar y menos desaparecer, como lo exhiben las estadísticas e incluso un incremento de más del doble en las llamadas solicitando auxilio a los servicios de emergencia del país.

Por lo anterior, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, miles de ellas se manifestarán en exigencia de respeto y de justicia para quienes han sido víctimas de alguna de las múltiples formas que toma la violencia de género.

La violencia contra la mujer crece, al igual que las agresiones que van desde las encubiertas o disimuladas, hasta los ataques con dolo, pero sin duda el feminicidio es el peor de todos. Es urgente también resolver otras situaciones idiosincráticas como los matrimonios arreglados, la venta de niñas y adolescentes, el matrimonio infantil y la explotación tanto laboral como sexual, que en ciertas comunidades se sigue considerando como algo natural para las mujeres.

Y aunque en la capital presumen que los feminicidios han bajado, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, reconoce que la violencia no podrá terminar mientras no haya una igualdad sustantiva de género, que es un paso esencial en el camino hacia una sociedad más justa. Y para ello se requiere incluso una revisión en los propios cuerpos policiacos, que son una de las entidades que enfrentan un gran número de denuncias por agresiones contra mujeres.

La solución al problema de los feminicidios y de la violencia de género no es solo cuestión de conciencia o buena voluntad, sino de construir instituciones, de procedimientos, de cimentar la confianza ciudadana —la cual no se gesta por decreto ni se presenta de un día para otro— e incrementar las denuncias es apenas un primer paso, donde el problema aún es de rapidez de atención y solución. Para ello se requiere no solo educación y creación de conciencia, sino también coordinación de acciones entre instituciones y destinar presupuestos para atender las denuncias, investigar los casos, agilizar los procesos judiciales, y acortar los tiempos de respuesta, además de ofrecer terapias y ayuda psicológica. Ellas siguen esperando.