Este lunes EL UNIVERSAL presentó un video que en esencia dibuja el excesivo uso de fuerza que emplean los militares en sus tareas de seguridad y también la manipulación de hechos.
Al menos tres unidades militares dispararon la madrugada del 3 de julio centenares de veces con armas largas y a corta distancia, contra una camioneta en la que viajaban presuntos integrantes de la delincuencia organizada, en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
En las imágenes se aprecia que una voz militar ordena a sus subordinados cesar el fuego, pero la instrucción no fue acatada hasta que la repite varios segundos después. También se da cuenta de un militar que descubre a una persona con vida y de inmediato se escucha una orden: “¡Mátalo!”
En 2006 México entró en lo que parece haberse convertido en un camino sin retorno: la participación de militares en tareas de seguridad. Esa ruta ha dejado luces y sombras. Las grandes capturas de capos del narcotráfico han sido realizadas por elementos de la Defensa Nacional y de la Marina, pero las aprehensiones en nada han contribuido a erradicar los elevados índices de inseguridad ni de homicidios dolosos.
La crítica principal de organismos nacionales e internacionales a la incursión de las fuerzas armadas en estas actividades es el riesgo de la violación a los derechos humanos. Los militares están entrenados para el ataque, para matar al enemigo, aunque el rostro del rival en muchas ocasiones no esté bien definido o la autoridad no haya distinguido previamente al delincuente del ciudadano.
El Ejército ha tenido que atravesar por un proceso de aprendizaje para utilizar de manera racional su fuerza. Debido a cursos de capacitación, las quejas contra el Ejército Mexicano ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) disminuyeron 91.1% entre 2012 y 2018, al pasar de mil 450 quejas a sólo 129. Pero el problema, por lo visto, no ha sido erradicado.
Entre los sexenios de Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y el actual es mínima la diferencia en la actuación de las fuerzas armadas; se han modificado los protocolos en el fondo el abuso de la fuerza letal sigue vigente.
Una investigación a fondo ayudará a todos, pero principalmente al Ejército. Ante el innecesario uso excesivo de la fuerza tiene que haber sanciones. Tiene que sentarse un precedente.