A diferencia de otros años, en esta ocasión la mayoría de los campesinos que enfrenten pérdidas de sus cosechas, como resultado de fenómenos meteorológicos, no recibirán ningún pago por parte de aseguradoras debido a que este año se redujeron los subsidios para la contratación de seguros.

Productores de la península de Yucatán son de los primeros en vivir esta situación. Hace apenas 20 días la población de la región se alistaba para el impacto del “extremadamente peligroso” huracán Delta. En las ciudades los daños fueron menores, pero en el campo la situación fue distinta. En Quintana Roo más de 68 mil hectáreas sembradas de maíz se perdieron y no tendrán ningún pago por las pérdidas.

En Yucatán hubo pérdidas de animales ovinos y bovinos, así como de la producción de papaya y hortalizas, además de afectaciones en la apicultura.

En 2020, las aseguradoras reportaron una baja de más de 50% en el subsidio, lo que automáticamente redujo la contratación de pólizas para el agro.

Cifras oficiales al segundo trimestre del año refieren que la superficie asegurada, respecto del mismo periodo de 2019, disminuyó 88.5%. Para el año próximo el panorama luce igual o más sombrío, pues el Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 no incluye el subsidio para el pago de la prima del seguro agropecuario.

La austeridad puesta en marcha está jalando la cobija del presupuesto solo hacia el lado gubernamental. A muchos de los que están siendo desprotegidos —vía recortes presupuestales o desaparición de fideicomisos— se les asegura que nada cambiará, que solo hay una forma diferente de administrar los apoyos, que los centros de investigación y artistas continuarán recibiendo apoyos. Pero mientras eso ocurre, solo hay incertidumbre por el futuro y una realidad que en este momento deja ver a productores en el desamparo por la pérdida de las cosechas.

Es de esperarse que los afectados cuenten con algún apoyo oficial para reiniciar sus actividades pero, de haber contado con un seguro, el flujo de los apoyos podría ser más expedito que buscar en este momento recursos en la administración pública para resolver una emergencia que pudo preverse.

La agricultura que se desarrolla en México es de elevado riesgo. Los bajos rendimientos o la pérdida de cosechas pueden darse como consecuencia de inundaciones, huracanes, sequías o heladas. Los productores, en especial los pequeños, se vuelven más vulnerables. A la larga, eliminar el subsidio para la contratación de seguros puede resultar más caro.

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