Un escenario cotidiano de acoso e intimidación ejercidos las más de las veces desde las instituciones oficiales, es el ambiente en el que se desenvuelve el periodismo latinoamericano.

En una revisión efectuada por el Grupo de Diarios América (GDA), se revela que el periodismo crítico es visto ya como “el nuevo enemigo” para los gobiernos de cinco naciones latinoamericanas entre las que se encuentra México. Las otras son Brasil, El Salvador, Perú y Venezuela que, como podrá verse, no conforman un bloque homogéneo de ideología política sino que, por el contrario, representan un abanico de lo más dispar en posturas tanto de izquierda extrema como de la derecha más recalcitrante.

Los ataques que se ejercen desde el poder a los periodistas de estos cinco países latinoamericanos van desde las descalificaciones, afectaciones económicas, fiscales o legales de todo tipo, campañas de desprestigio y linchamiento social, hasta llegar a amenazas veladas o directas, cuando no a agresiones físicas, atentados, secuestros o desaparición y muerte.

En todos los casos, los comunicadores asediados se distinguieron por sus críticas y señalamientos a las injusticias y actos indebidos cometidos por instituciones o funcionarios del aparato estatal en cada uno de esos países.

El colocarse en posturas antagónicas a las políticas de sus gobiernos llevó a esos periodistas a que sus medios fuesen tildados de meros panfletos o pasquines al servicio de oscuros intereses, a menudo por parte de poderosos grupos económicos o de gobiernos extranjeros.

Llama la atención que en varios de los casos de acoso reciente contra la prensa, los comunicadores involucrados criticaron el desempeño de sus autoridades ante la pandemia de Covid-19, convirtiéndose ésta en una nueva fuente de disgusto de los gobiernos hacia la prensa de sus países.

No se trata de defender a los periodistas como si se tratara de una casta privilegiada a los cuales se debiera proteger del clima de violencia que se vive en toda América Latina, sino que debe considerarse que en esencia su función y la labor que ellos aportan es fundamental para las democracias, de las cuales el acceso pleno a la información es sin duda uno de los logros más acabados y representativos de éstas. Es necesario recordar que sin prensa libre no es posible la democracia.