Desde hace unas décadas el consumo de drogas en nuestro país comenzó a cambiar, siendo sustituidas las sustancias tradicionales, extraídas y procesadas a partir de plantas, por otros productos procesados químicamente en laboratorio, siendo cada vez más potentes en los efectos que producen en el organismo, como en la adicción casi irrenunciable que dejan en quien los consumen.
Por influencia y presión del mercado ilegal estadounidense que busca colocar su producción en otros países, son cada vez más los jóvenes mexicanos que están cayendo en adicciones que resultan cada vez más difíciles de dejar.
Cabe señalar también que los cárteles mexicanos del narcotráfico han incursionado desde hace tiempo en la producción de drogas sintéticas, en laboratorios clandestinos en los que hay de todo menos un control de calidad, por lo que a la sustancia base de las dosis, el fentanilo o las metanfetaminas, se le agregan múltiples químicos cuyo número y cantidad, al estar fuera de cualquier supervisión o regulación, solo dejan más efectos y daño del que ya de por sí causan las sustancias de origen, en el deseo de potenciar sus efectos o el grado de adicción, a fin de garantizar el enganche que lleve a la compra recurrente.
Se necesita una política integral que involucre a gobiernos estatales y municipales, para que se aboquen a atenderlo como un problema de salud pública.
Desde los Centros de Integración Juvenil se hace un llamado para que se entienda que el consumo de fentanilo está aumentando entre la población joven de México y que su uso se ha comprobado estadísticamente que va aparejado con reacciones dañinas como fallas orgánicas, depresión y conductas violentas, por lo que aun siendo un tema de elección personal, no se debe dejar de vigilar el uso que se está extendiendo rápidamente y a edades cada vez más tempranas.
Se debe darles alternativas a los jóvenes que, por la razón que sea, llegan al consumo de drogas y se hunden en él. Si bien el proceso hacia la descriminalización del consumo está en marcha, hay que apoyarlos también para que puedan salir de él cuando no les sea posible pero, sobre todo, evitar en lo posible el acceso a estas sustancias.