En diplomacia, el gobierno actual no se diferencia de los anteriores. Como en administraciones pasadas —a las que tanto se ha criticado desde la llamada Cuarta Transformación—, se sigue poniendo al frente de las embajadas y consulados de México a gente sin experiencia diplomática, solo obedeciendo a lazos de amistad, como pago de favores políticos, a veces como premio por un buen desempeño o por una trayectoria de prestigio en campos ajenos a las relaciones exteriores o hasta como tabla de salvación ante un escándalo público o una mala actuación en un puesto federal de alta responsabilidad.
Muy pocas veces se llega a poner al frente de una embajada a funcionarios con carrera diplomática, gente que estudió la carrera de relaciones exteriores y que ha subido poco a poco en el escalafón del servicio diplomático.
Esta costumbre de colocar a amigos o gente prestigiada afín al régimen en turno y no a diplomáticos con experiencia se ha verificado especialmente en embajadas de países clave para la relación exterior de México como Estados Unidos, España, naciones latinoamericanas o potencias económicas como China, Rusia, Japón, Alemania, Francia o el Reino Unido.
Los nombramientos para al Servicio Exterior Mexicano son una facultad que corresponde al Presidente de la República y con la que tradicionalmente se beneficia a los amigos del gobierno y también con la que se llega a obstaculizar a los críticos u opositores a éste.
Con la designación de Quirino Ordaz Coppel, actual gobernador de Sinaloa, para estar al frente de la embajada de España, se hace a un lado a María Carmen Oñate, quien es embajadora de carrera.
Llama la atención de que en lugar de pensar para esa embajada a un integrante del partido oficial, Morena, se eche mano de un gobernador de afiliación priista, lo que ha levantado una serie de elucubraciones desde dentro y fuera del oficialismo de que se trata del pago de una alianza política que benefició a la 4T.
Desde el Servicio Exterior Mexicano se señala que antes de Quirino Ordaz, habría poco más de una veintena de diplomáticos de carrera y amplia experiencia a quienes se debería haber llamado para ocupar la representación mexicana en territorio español.
Haciendo eco a lo que han dicho diversas voces, es necesario hacer un llamado al actual gobierno a romper con los nombramientos a discreción y emprender una defensa de la institucionalidad que representa a quienes han hecho Servicio Exterior de Carrera.