La experiencia señala que lamentablemente para quienes resultan víctimas de desastres, deben emprender años en lucha. Ocurrió con los damnificados de los terremotos de 2017, quienes cuatro años después no han recibido la ayuda suficiente para recuperar su vivienda, drama que se vuelve a repetir ahora con quienes vieron su patrimonio afectado por nuevos sismos o por inundaciones.
Para quienes resultaron golpeados por el terremoto del 7 de septiembre en Guerrero ni siquiera hay un censo confiable de número de damnificados o de cuantificación precisa de daños, y hasta los propios afectados denuncian que aunque solicitaron se les incluyera, algunos no fueron tomados en cuenta, amén de que las personas encargadas de levantarlo no contaban con los conocimientos técnicos para dictaminar o emplearon criterios confusos o que desestimaban los daños o los clasificaban como menores cuando en algunos casos evidentemente se trataba de pérdidas totales.
Incluso hay funcionarios del gobierno guerrerense que intentan justificar las deficiencias del censo culpando a los afectados y responsabilizándolos de no haber estado en sus casas en el momento de las visitas, sin pensar que esta gente seguramente se encontraba en albergues, con parientes o amigos que les ofrecieron techo o hasta en hospitales recibiendo atención médica. Y en otras viviendas dañadas, en donde sí los esperaron, los representantes del gobierno nunca se hicieron presentes.
Se repiten así las historias de desaliento de toda la vida. Van y vienen los gobiernos, y los damnificados siempre se quedan al final en la fila de las prioridades. El drama se repite para los afectados por inundaciones, socavones y deslaves.
El domingo pasado y en su desesperación por no ser atendidos, damnificados del huracán Grace irrumpieron en un acto en Huauchinango, Puebla, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, para exigir ayuda del gobierno federal, recibiendo la promesa del mandatario de que la asistencia económica se les haría llegar sin organismos intermediarios... para luego explicar que esto se haría ahora a través de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Se sufren las tragedias, se emiten pronunciamientos y se hacen promesas de ayuda, y conforme pasan los días y se presentan nuevas catástrofes, los damnificados de desastres anteriores pierden interés para los gobiernos. Es momento de recordar que hay víctimas de desastres a las que no se les ha restaurado su bienestar.