Los museos son no solo espacios para exhibición sino en muchos casos también reservorios de colecciones a veces únicas y de gran valor no solo económico sino principalmente educativo y cultural.

Un país como México, que se jacta de ser uno de los que más museos tienen y consagrados a una variedad increíble de temas, pese a todo no se puede dar el lujo de perder uno solo de estos espacios. Con solo uno de ellos que cierre, la cultura nacional sufre sin duda una pérdida irreparable.

Un informe regional para México, Centroamérica y el Caribe revela que en esta parte del continente 36 recintos pasan por serios aprietos económicos —en su mayor proporción motivados por la pandemia de Covid-19— que comprometen su futuro.

De los 36 museos, ocho corresponden a México y se incluyen algunos de temática tan importante como el de la Caricatura, el José Luis Cuevas, el del Juguete Antiguo, el MACO de Oaxaca y el Fernando García Ponce, de Yucatán.

Hace un año, el Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés) encontró que por la pandemia y el confinamiento hasta 13% de recintos en todo el mundo estaban en riesgo de desaparecer, y que hasta 80% de las instituciones serían objeto de medidas de diversa magnitud, entre ellos la reducción de personal y la posposición de trabajos de mantenimiento o renovación.

Si bien el Estado tiene un importantísimo papel en la educación y la difusión de la cultura, no debe recaer exclusivamente en éste el mecenazgo de los museos ni su manutención total, aunque es deseable que los gobiernos estudien la situación y propongan esquemas de funcionamiento y manutención para hacerlos autofinanciables, sin necesidad de subvención.

En buena medida, la operación de muchos museos con carácter independiente es posible gracias a patrocinios y donaciones de fundaciones, patronatos, asociaciones y empresas que encuentran en estos apoyos formas de deducir impuestos y a la vez hacer labor social.

Sin embargo, en México la Miscelánea Fiscal 2022 resultaría un grave impacto a la posibilidad de los museos para financiarse más allá de los ingresos por entradas, afectando la continuidad de numerosos proyectos culturales, al imponer un límite a la deducibilidad de las donaciones. En su lugar, se deben diseñar mecanismos que permitan su viabilidad financiera y en ciertos casos su rescate, así como impedir hasta donde sea posible su precarización y una eventual desaparición.

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