Desde el arribo del Covid a México, más de un cuarto de millón de mexicanos dedicados a la atención de la salud han acabado contagiados por la enfermedad y más de 4 mil han perdido la vida a consecuencia de ello.
Como gremio, hoy el personal de salud representa por sí solo el 3.3% del total de contagios activos actualmente en México y en la calificada como tercera ola, entre los médicos, enfermeras y personal afín se ha reportado un repunte de 56% de casos en las dos últimas semanas.
El índice de decesos de personal médico mexicano ha sido uno de los más altos del mundo, a lo que hay que añadir que pese a su importancia y lo esencial del servicio que presta a la sociedad, ha sido uno de los gremios más vapuleados por la pandemia y el único al que el gobierno le restringió al acceso a las vacunas, pese a que inicialmente se había dicho que constituía uno de los grupos prioritarios para ser inmunizados.
Y aunque la campaña de vacunación sigue en marcha y avanza con rapidez, hay que tener presente que las vacunas disponibles no tienen capacidad inmunizante sino atenuante del virus, pero que aún con el esquema completo, depende del sistema inmunológico individual la forma en que impactará a cada quien la enfermedad en caso de contagiarse.
Asimismo, cada una de las vacunas desarrolladas hasta el momento y puestas a disposición del público se tratan aún de versiones casi de prueba, que —con el poco tiempo que tienen de haber sido presentadas— solo han demostrado ser en un primer momento eficaces contra el virus original del Covid-19, pero aún se desconoce hasta qué punto podrán ser útiles contra las variantes actuales o futuras que se presenten. A diferencia de otras vacunas, las antiCovid, por la premura del mundo por contener la pandemia, se lanzaron sin saber qué efectos secundarios puedan tener en el largo plazo o cuánta duración efectiva pueda brindar cada dosis, y tan solo hay la certeza de que a corto plazo no producen reacciones graves y muestran efectividad relativa contra el SARS-CoV-2, aminorando sus efectos sobre la salud humana.
Hay que evitar que se repitan las cifras que en las dos olas anteriores han impactado sobre el personal de salud. Médicos, enfermeras, laboratoristas, camilleros, odontólogos y otros trabajadores de la salud se encuentran en la primera línea y es necesario dotarlos del equipo necesario y suficiente para su protección, pues los contagios no bajan, sino por el contrario. Por eso corresponde al resto de la población no solo cuidar de ellos y sus familias, sino también recordar el compromiso que la sociedad tiene con los médicos. Hay que cuidar de quienes nos cuidan.