La aparición de una nueva variante de la enfermedad del Covid-19 ha detonado una cuarta ola de contagios en todo el mundo, que ha llevado a que en México los servicios de salud públicos y privados se vean desbordados, si bien y afortunadamente ya no tanto por hospitalizaciones o solicitudes de consulta, sí por multitudes que acuden tanto en busca de efectuarse una prueba de detección del virus como para tramitar las incapacidades para poder ausentarse de sus puestos de trabajo al mostrar positividad en el test.
Si al comienzo de la pandemia en 2020 cualquier sospecha de contagio debía ser manejada con recelo y cautela para evitar al máximo la propagación del virus, hoy las condiciones han cambiado y permiten pedir al sector público y privado no presionar a los trabajadores para que comprueben que su contagio es real, y aunque en muchas empresas esto se hace para proteger al resto de los equipos de trabajo, se debe también crear conciencia para no saturar los servicios de salud.
Por el contrario, podrían ser las propias empresas las que lejos de exigir a sus empleados que paguen de su bolsillo el costo de las pruebas, sean las que adquieran las mismas en grandes lotes, las apliquen a su personal y asuman este gasto como una inversión para garantizar la continuidad de su producción o de prestación de servicios.
Es también un llamado a que no se comiencen a dar abusos por parte de quienes fabrican, comercializan o aplican estas pruebas de detección.
Es momento de que rija el sentido común para que la planta productiva no se vea en estos momentos afectada, sobre todo por la burocracia que lleva a perder días enteros de trabajo al hacer formarse a los trabajadores o meterlos en un peregrinar de un lugar a otro en busca de pruebas con validez oficial, a lo que debe agregarse el tiempo que es necesario invertir para tramitar una incapacidad, pues son de reconocer los esfuerzos de los trabajadores para no perder un solo día de pago en medio de un contexto de gastos acumulados, deudas, pauperización salarial e inflación.
Hay que tener comprensión de que no es momento para burocracias ni de hacer largas filas bajo riesgo de un contagio real para quien estaba libre del virus, sino de mostrar empatía y hacer equipo para salir lo más rápido posible de este bache, pero pareciera que mientras el gobierno exhorta a aislarse ante cualquier sospecha de contagio, las empresas no piensan igual.