La salud y la economía son los rubros que más resienten el embate del coronavirus alrededor del mundo. A nivel individual, quien haya enfrentado y superado la enfermedad sin graves complicaciones, aun tiene por delante el reto de rehacer su vida económica. Las afectaciones se dan en sectores tan diversos como transporte, entretenimiento, educación, comercio, turismo y varias industrias; son pocos quienes no han visto una consecuencia económica debido a la pandemia.
En la Ciudad de México el golpe económico se ve también en la renta de casas o departamentos. De acuerdo con estudios de firmas que analizan el mercado inmobiliario, dos de cada cinco renovaciones de contratos de renta se han cancelado. Familias han tenido que buscar alternativas más económicas, incumplir el pago de sus obligaciones o --en el caso de personas solas-- compartir el pago de un departamento con amigos o conocidos.
Conforme avanza la pandemia y se intenta regresar a la normalidad en medio de un alto número de contagios y decesos, salen a la luz historias de personas que reman contra corriente solos, sin apoyo de instituciones oficiales, pero con la ayuda de familiares o amigos.
Para las familias el inminente retorno a clases virtual que dará inicio en una semana es una preocupación más. El regreso se da en medio de dudas y deudas. En las localidades alejadas de grandes centros urbanos la población ignora la forma en que sus hijos tomarán clases, en las ciudades las familias reportan gastos extra como computadora y banda ancha de internet para que los menores puedan tener acceso a clases a distancia.
La pandemia ha robado el sueño de muchos y dibuja un futuro incierto para otros tantos. Las autoridades suelen ser selectivas a la hora de entregar apoyos, los congresos tardan en legislar para la nueva normalidad, la justicia es incluso más lenta. La mayor parte de la población resiste y sale adelante con medios propios. Solos en la tempestad.