Ante el riesgo en México de contagiarse de una variante del Covid-19 que es más agresiva y de una mayor velocidad de propagación, la Delta, de origen indio (pero sin minimizar a las otras dos detectadas ya en circulación por el planeta: la inglesa Alfa y la brasileña Gamma) se hace necesario redoblar esfuerzos.
Se debe recordar que la vacuna no garantiza ser completamente inmune a la enfermedad, sino que ésta constituye un recurso para preparar al cuerpo para reconocer y enfrentar al virus, con los propios procesos del sistema de inmunización corporal de cada individuo, haciendo no a las personas resistentes al Covid sino que su ataque sea menos agresivo y con la apuesta de que un resultado menos letal.
Esto es lo que explicaría que en las estadísticas sanitarias que se llevan, estén aumentando levemente los contagios de Covid pero las muertes por la enfermedad vayan en descenso. En otras palabras, la vacuna sí está surtiendo efecto, aunque la población se pregunte cómo es posible que si ya está vacunada, desarrolle la enfermedad o salga positiva en las pruebas de detección.
Los jóvenes, bajo la doble idea de que el Covid es menos agresivo con ellos y de que las personas de riesgo en su entorno ya están vacunadas, son los más propensos a esparcir el virus entre la población, toda vez que la mayor parte de ellos desarrollan la enfermedad de forma asintomática y ciertamente porque han continuado su vida con despreocupación como si la pandemia hubiera terminado.
Se entiende su necesidad de socialización, pero lo que resulta incomprensible es que buena parte de ellos desatiendan las medidas de prevención de contagios. Una vez más es necesario recordarles que no es solo por ellos, sino por todos los que formamos parte de la sociedad.
Por parte del gobierno, y por lo menos en la capital del país, la apuesta es por acelerar la vacunación —la meta es cubrir a un millón de personas en una semana—, por lo que resulta sensato que la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, abra el espectro de inmunización ahora a las personas en el rango de edad de 30 a 39 años, que representan el corazón de la población laboralmente activa y que en mucho ayudará a que este sector no tenga que detener su movilidad por el ataque de la enfermedad.
Así que a la parte restante de la población mexicana que sigue esperando turno para ser vacunada, debe concientizarle para que no bajen la guardia ni vayan por las calles con la idea de que lo más grave ya pasó. Por el contrario, hay que redoblar el esfuerzo para que no se pierda lo que México ya ha logrado hasta este punto.