La expansión del coronavirus en el mundo y su inminente propagación exponencial en México ha comenzado a preocupar al ciudadano común. Aunque no se ha generado pánico, se registra nerviosismo entre la población, que ha comenzado a hacer compras masivas de desinfectantes e insumos de higiene, ocasionando desabasto en algunos artículos.

Y la situación no es para menos: En unas horas el país duplicó el número de casos confirmados para llegar anoche a 16.

A ello se suma una sucesión de anuncios a nivel internacional. El presidente estadounidense Donald Trump levantó un muro virtual a Europa con el fin de contener al virus para que no inunde su nación, luego de la aparición de más casos y muertes en Italia y España. La Organización Mundial de la Salud declaró a la situación como pandemia. Celebridades revelan estar contagiadas, como el actor Tom Hanks, al mismo tiempo que figuras políticas se encuentran bajo sospecha de infección como el presidente brasileño Jair Bolsonaro.

Expertos consultados para este diario por la columnista Peniley Ramírez aseguran que no se sabe de más casos en México no porque no haya, sino porque no se han aplicado pruebas masivamente —uno de los especialistas recomienda un ritmo mínimo de 100 diarias— sino con un carácter más bien selectivo, criterio que no ayuda a dimensionar el verdadero impacto del coronavirus en el territorio nacional ni comprender la mecánica y desplazamiento o expansión de su contagio.

Aunque la crisis por coronavirus en nuestro país todavía no entra en la fase 2, es un hecho que de la preocupación se ha pasado ya al miedo y la incertidumbre, y aun cuando los casos comprobados están en aislamiento y se puede decir que el virus se encuentra contenido (fase 1), varios especialistas y autoridades sanitarias coinciden en señalar que es altamente posible que el país pase a la siguiente etapa en un lapso máximo de dos semanas, asegurando incluso que el sistema de salud, tanto público como privado ha sido preparado ya para hacerle frente.

Tan malo sería caer en pánico como desestimar el riesgo. En temas de sanidad nacional, lo último en lo que se debe pensar es en política, sino más bien resguardar a la ciudadanía. Como la expansión del virus es ya una realidad a escala global, no vale alegar austeridad ni pretextar ataques de adversarios para no tomar previsiones, escatimar recursos o actuar con retraso tras el ingreso del virus a México. Es por todos.

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