La urgencia por crear empleos y por emprender a la brevedad la reactivación de la economía de la capital, ha llevado al gobierno de la Ciudad de México a anunciar el apoyo a la industria de la construcción, sector no siempre bien visto por las autoridades locales.
Según sus cálculos, se impulsarán tanto grandes proyectos de obra pública, como también se darán estímulos a constructores privados y apoyos sociales para programas de autoconstrucción. Todo ello con el fin de generar casi un millón de empleos, aunque sin precisar que buena parte de éstos serían forzosamente de carácter temporal o estarían dentro de la informalidad.
Para lograr lo anterior, se echará mano de poco más de 76 mil millones de pesos, en los que más de 50 mil millones se negociarán con la iniciativa privada, pues a través de ella se podrían estar creando más de medio millón de empleos directos. Entre los proyectos de obra pública destacan especialmente los relacionados con el transporte público (metrobús y cablebús, por ejemplo), la educación (instalaciones escolares) y programas de mejoramiento de espacio público y habitacional.
La medida llama la atención, pues a la llegada de Claudia Sheinbaum a la jefatura del gobierno capitalino, la funcionaria procedió a la suspensión de diversas obras y desde su equipo se emprendió cierta satanización del sector, aduciendo en su momento tanto el impacto ambiental como oposición vecinal o prácticas de corrupción en la tramitación de permisos.
Ahora se busca que ese mismo sector sea parte de la punta de lanza para impulsar y potenciar la reactivación económica, dada la gran cantidad de recursos económicos y humanos que mueve, y que no solo implica los empleos directos que genera, sino otros miles tantos más de carácter indirecto.
Es cierto que en la administración anterior hubo un auge y una apuesta a desarrollos inmobiliarios de alto costo en lugar de apoyar a apoyar a la vivienda social, pero más que detener a una industria de gran importancia económica, lo importante es acabar con prácticas corruptas y meter en orden a constructoras. Qué bien que ahora se rectifique, sin dejar de vigilar que se cumplan las leyes y reglamentos que regulan a la construcción.