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Cuando se habla de la salud de la población mexicana la referencia es directa para la cuestión física, nunca —o casi nunca— para la salud mental, a pesar de que debería tener la misma importancia.
La consecuencia más grave de los problemas de salud mental es el elevado número de suicidios que se registran en México. En 2016, según el Inegi, se registró un promedio de 17 episodios diarios, lo que representa una tasa de 5.1 suicidios por cada 100 mil habitantes, pero hay estados donde la incidencia es del doble en comparación con los índices nacionales. Chihuahua y Yucatán ocupan los primeros lugares con 11.4 y 10.2 suicidios por cada 100 mil habitantes.
En el estado del norte, de acuerdo con información que hoy se publica en estas páginas, prácticamente a diario alguien se quita la vida. Los programas de prevención puestos en marcha para tratar de contener el problema no han tenido éxito. Especialistas reconocen que identificar y tratar a las personas con depresión —consideradas susceptibles a adoptar ideas suicidas— es complicado a menos que la persona afectada reconozca su situación y pida ayuda o bien que algún familiar le proporcione apoyo.
A nivel nacional, 96% de los casos de suicidio se atribuyen a una enfermedad mental, sin embargo, solo 2% del presupuesto de salud se asigna a este tipo de afecciones.
La conducta del suicida potencial se caracteriza por modificaciones en su rendimiento escolar, dejar de socializar, inexpresividad, cambio de apariencia o vestimenta, así como expresiones de ideas suicidas.
A pesar de ser fácilmente detectables, México tiene escasez de especialistas para atender esos problemas. Apenas cuenta con 4,600 psiquiatras, de los cuales 60% se concentran en la capital, Estado de México, Jalisco y Nuevo León. Por el tamaño de su población, el país requiere al menos 12 mil de ellos.
Otra característica de los suicidios es que muchos casos se presentan en jóvenes de entre 15 y 24 años de edad. Ayer se conoció que en un plantel de educación media superior de la UNAM se detectó a un joven de 18 años de edad, que en sus redes sociales llamó a un supuesto suicidio colectivo; según estudios psicológicos el alumno tenía ataques depresivos.
Un país con buena salud mental, además de disminuir los casos de suicidio, puede reducir actos de violencia e incluso de agresión sexual, fenómenos presentes en la vida cotidiana mexicana. Hay un notorio desinterés en el tema, que debe ser corregido.