Confiada por el presidente Andrés Manuel López Obrador la crucial y vital misión de garantizar el abasto de medicamentos para toda la República Mexicana, a partir del objetivo de erradicar el supuesto oligopolio que hasta 2019 mantenían un grupo de distribuidores farmacéuticos a los cuales se halló, a decir del gobierno en turno, trazas de corrupción en su manejo y prácticas monopólicas, la misión confiada a la empresa Biológicos y Reactivos Mexicanos (Birmex) se antoja más que inalcanzable en el corto plazo.

Y si bien la intención del gobierno de la Cuarta Transformación partió de acciones drásticas contra particulares acusados de ejercer malas prácticas que a su decir se traducían en pérdidas millonarias para el erario público pero sin presentar pruebas jurídicas y documentación para sustentar sus señalamientos, la apuesta por la empresa Birmex para confiarle la implementación del Sistema Nacional de Distribución de Insumos para la Salud (SNDIPS), no se halla tampoco exenta de manchas en su actuación, toda vez que organizaciones civiles han documentado a Birmex como la segunda institución que más recursos públicos ha entregado a empresas fantasma en un periodo de 17 meses comprendidos entre 2018 y 2020.

El compromiso de surtir a 25 mil unidades médicas del país mediante un sistema de distribución inteligente de medicamentos es, ante la realidad de infraestructura prácticamente inexistente, de momento más un sueño que otra cosa, en especial cuando Birmex no cuenta hoy con capacidad física para almacenar o distribuir insumos médicos o sanitarios. En medio, subyace la necesidad de millones de personas de contar con medicamentos para padecimientos que no entienden de plazos ni de esperas de meses o años.

El gobierno está incumpliendo con un derecho humano de garantizar un suministro adecuado de insumos para la salud, lo cual pone a millones de vidas de mexicanos en riesgo. Tal vez sería mejor estrategia analizar a detalle si las empresas que se encargaban de esa distribución realmente operaban bajo esquemas de corrupción o si solo se trató de dichos sin comprobar o, en su defecto, aprender de éstas la experiencia que tenían y que les permitía cubrir la demanda de medicamentos.

En salud, como en otros muchos ámbitos en los que el gobierno ha metido mano e intentado poner orden (construcción de aeropuertos, producción y distribución de energéticos, seguridad pública, etc.), primero debió comprobarse a detalle que la corrupción señalada en cada una de las instancias involucradas era incorregible, para luego planear la forma mediante la cual garantizar el abasto o los servicios sin dejar desprotegida a la población.