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Andrés Manuel López Obrador inicia el segundo año de su administración con un llamado a la ciudadanía para que espere un año más y sea en diciembre de 2020 cuando su política de gobierno quede plenamente establecida.
En las últimas décadas pocos presidentes lograron el triunfo en las urnas y al mismo tiempo la mayoría legislativa en el Congreso de la Unión. Con esta ventaja, en 12 meses López Obrador ha realizado las reformas que ha considerado necesarias para su plan de gobierno. Entre otras, se han aprobado la del combate a la corrupción, la ley de austeridad, la extinción de dominio, la prohibición de la devolución de impuestos, el combate al robo de combustibles y la evasión fiscal y fraude electoral como delitos graves.
Por ser la voz casi única del gobierno, el triunfo o fracaso de las reformas dependerá exclusivamente del presidente.
En el discurso que dio este domingo ante miles de simpatizantes, en el Zócalo de la Ciudad de México, habló de avances, pero reconoció que los más grandes pendientes se dan en materia económica y de seguridad.
Justo para exigir resultados en el tema de seguridad, así como para protestar contra lo que consideran decisiones autoritarias, partidos de oposición y grupos de la sociedad civil realizaron ayer una marcha del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución a la misma hora en que el presidente daba su discurso en el Zócalo.
Ambas concentraciones pudieron efectuarse en la ciudad sin provocaciones o enfrentamientos, aunque estuvieron separadas por apenas unos cientos de metros; esto debe ser una práctica que debe mantenerse: disentir, expresarlo y manifestarlo es un derecho de sociedades democráticas.
Algunos de los participantes, como la familia LeBarón, asistieron con una bandera de reclamos legítimos, luego de que nueve de sus integrantes (tres mujeres y seis niños) fueron asesinados a principios del mes pasado. Son demandas que no pueden ignorarse.
El presidente dijo ayer que “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer”. En el camino seguramente se cometerán errores, los cuales deben reconocerse y corregirse. En este proceso, lo primordial será contar con un gobierno capaz de escuchar. En 2018, los ciudadanos votaron por un cambio, precisamente por el hartazgo de políticos que no escuchaban.