El acelerado crecimiento de las ciudades sin planeación genera desafíos en distintos rubros, pero el abasto de agua potable es uno de los de más apremiante solución.
En la zona metropolitana del valle de México dotar del líquido a los millones de habitantes ha adquirido un sentido de urgencia por la irregular distribución de agua, especialmente en la región oriente.
Con ese objetivo, desde abril se dio a conocer que el agua de la presa Madín, ubicada en la zona poniente, en el Estado de México, será utilizada para mejorar el suministro de agua en el Valle de México. El líquido del lugar, sin embargo, presenta altos niveles de contaminación, debido a que residuos de tiraderos de basura cercanos llegan a la presa.
Estudios de laboratorio realizados por investigadores del IPN, UAEM y del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua han encontrado metales como aluminio y mercurio; plaguicidas como DDT, diazinon y fention; fármacos como diclofenaco, ibuprofeno y metformina; residuos de productos de higiene personal y bloqueadores solares, entre otras sustancias químicas.
Para poder utilizar esa agua –que ya se envía a habitantes de Atizapán y de Naucalpan– será necesario que la nueva planta potabilizadora proyectada para la presa sea de última generación con el fin de entregar un producto apto para el uso cotidiano.
El voraz consumo de agua de la megalópolis obliga a buscar periódicamente nuevas fuentes de abastecimiento, pues el sistema de presas que en la actualidad surte a la capital ya es insuficiente.
Sin embargo, hay medidas que parecen estar quedando rezagadas en la solución al abasto óptimo de agua. Poco se ha hecho para que en las viviendas se adopten sistemas de captación de agua pluvial o de reúso del líquido. Las campañas para evitar el desperdicio y derroche del agua deben ser además una constante, así como las prontas reparaciones de las fugas. La Red del Agua UNAM ha estimado que en las fugas se pierde hasta 40% del líquido a nivel nacional.
Antes de que las grandes ciudades apuesten a buscar el agua a cientos de kilómetros, tienen que adoptarse acciones que formen parte de un uso racional del líquido en toda la población. La explotación de acuíferos no debe ser la única opción. O se cambia esa dinámica hoy o se condenará a las futuras generaciones a gravez escenarios de escasez.