En el argot criminal, “calentar la plaza” es una frase que se utiliza para denominar al conjunto de ataques que se dan en un territorio específico y con una doble finalidad: por un lado enviar un mensaje de presencia a grupos rivales y, por otro, intimidar a las fuerzas del orden y a la sociedad para que se abstengan de intervenir o denunciar sus actos. Sin duda, son actos criminales que llevan una carga de terrorismo porque el principal objetivo de sus agresiones no es obtener un beneficio económico directo sino hacer una demostración de poder, en especial cuando los destinatarios de sus acciones no son policías, militares o rivales, sino la población civil.

En medio del cambio de gobiernos municipales en el estado, la noche del miércoles se dio un ataque incendiario contra la discoteca Baby’O, sitio emblemático de la vida nocturna del puerto de Acapulco.

El ataque en contra de la discoteca Baby’O recuerda a uno similar ocurrido en el Casino Royale, de Monterrey, el cual cumplió diez años de haberse perpetrado, costando la vida a 52 personas y quemaduras a otras tantas más, pues el atentado se produjo cuando el lugar estaba en funciones y con clientela en su interior, entre ellos una mujer embarazada que perdió la vida. Este hecho finalmente se atribuyó al grupo armado de Los Zetas.

Si bien en un primer instante se ha manejado el móvil de la extorsión como posible causa del incendio intencional de la icónica discoteca acapulqueña, despierta dudas el que a decir de los propietarios del lugar no hubieran recibido amenazas o advertencias previas, además de que el lugar estuvo cerrado año y medio por la pandemia y, por tanto, había dejado de obtener ingresos que pudieran despertar la codicia, lo que no explica que se le viera como objetivo redituable para delincuentes.

Que esto ocurra justo en la víspera de la toma de posesión de gobiernos municipales, ¿es un mensaje de intimidación a las nuevas autoridades? ¿es un atentado revestido de tintes políticos para advertir de la ruptura de posibles acuerdos establecidos con la administración saliente y a los que no se pretende dar continuidad? Los gobiernos de todos los niveles no deben bajar la guardia ni permitir que el crimen organizado tome el control o haga sentir su presencia en ciudades tan importantes como Acapulco, sitio turístico de primer orden internacional.